El Pozo Encantado
Farsa en un acto
Escrita Por:
FELIPE ACOSTA
Tegucigalpa M.D.C.,
Honduras C.A.
Junio, 2008
Todos los derechos reservados
Se prohíbe su reproducción en
cualquier forma, así como el montaje para representaciones públicas o privadas con
fines comerciales, sin el permiso por
escrito del autor.
El Pozo Encantado
Estrenada el 22 de
julio del 2008 por el Grupo Teatral Los Amigos, del Instituto Pedro Nufio del
Municipio de San Andrés, Lempira
Personajes y Elenco:
Bruna (Aldeana) Reina
Nohelia Castro
Teodora (Aldeana) Karla María Castro
Altamira (Aldeana) Deysi
Guadalupe López
Casimira (Aldeana) Ada Marina Muñoz
Clotilde (Aldeana) Ana Leticia Hernández
Guardia del Palacio Noe Jeremías Gómez
Sirvienta
del Palacio Norma Leticia Vásquez
Sirvienta
del Palacio Delmi Edenia Castro
Rey
Macario
Luis Abraham Muñoz C
Reina
Brunela Esmérita Undina Mateo
Princesa
Brisela
Laura Gorety Aguilar
Chipilín Edgar Yovani
Castro
Serafín
Roberto
Belarmino Castro
Bruja
Maruja
Loida Daniela Hernández
Registrada en la oficina
Administrativa de derechos de autor y de los derechos conexos (Dirección
General de Propiedad Intelectual), del Instituto de la Propiedad, bajo el
Número 1057, Tomo 6 Folio 272, Resolución No.524/2009.
Escena
I
En
la Plaza de la Aldea
Un
grupo de mujeres entra a la plaza, traen cada una un cántaro o balde, vienen
del pozo, y apenas han logrado recoger cada una muy poco agua.
BRUNA: Esto ya no puede seguir así,
apenas logramos medio balde de agua cada una.
TEODORA: Es cierto, Bruna. Yo ya estoy
muy preocupada. No me ajusta el agua para hacer la limpieza, tengo miedo que
mis hijos lleguen a enfermarse.
CASIMIRA: Yo lo único que lavo son los
trastes.
ALTAMIRA: Ustedes ni se imaginan como
está mi casa.
CLOTILDE: No creo que esté peor que la
mía. Ayer gasté toda el agua que me quedaba en lavar aunque sea un poco de
ropa.
BRUNA: ¡Ay, Clotilde!, ya los calcetines
de mi marido se paran solos de lo tiesos que están.
ALTAMIRA: A nosotros ya no nos queda ni
un trapo limpio.
TEODORA: Pero eso no es lo peor, en mi
casa sólo nos tomamos un vaso de agua cada uno, ya ni siquiera estoy haciendo
café.
CLOTILDE: ¿Y eso porqué?
TEODORA: Para que no se desperdicie el
agua… con el vapor.
BRUNA: Pero todavía hay algo peor...
CASIMIRA: ¿Qué cosa?
BRUNA: Mi marido dice que todos los
siembros se secaron.
ALTAMIRA: Es cierto, y a mí no me quedan
muchos granos.
TEODORA: Y las vacas ya no dan ni una
taza de leche.
CLOTILDE: ¡Tenemos que hacer algo!
ALTAMIRA: ¿Pero que podemos hacer
nosotras?
BRUNA: Yo propongo que convoquemos al
pueblo a una reunión.
ALTAMIRA: Ya hicimos una y no se
resolvió nada.
TEODORA: Hay que nombrar una comisión.
CASIMIRA: El problema es que la gente
tiene miedo de ir a hablar con el Rey.
CLOTILDE: Mi Juancho dice que el Rey se
ha vuelto muy arisco y enojado. Ya antes mandó a azotar a varios hombres,
porque le pidieron que les pagara más por su trabajo.
ALTAMIRA: Es cierto, nadie quiere ir a hablar
con él.
CASIMIRA: Yo propongo que vayamos
nosotras.
CLOTILDE: ¿Nosotras?
BRUNA: ¿Y qué le vamos a decir?
CASIMIRA: Pues vamos a exponerle el problema,
y a pedirle ayuda para solucionarlo.
TEODORA: Ni siquiera creo que nos dejen
entrar. Yo conozco al guardia de la puerta, el me contó que el Rey ha dado
orden de no dejar pasar a nadie si él mismo no lo autoriza.
ALTAMIRA: ¿Y si le mandamos una carta?
TEODORA: Dicen que tiene como cuatro
costales de correspondencia que no ha leído.
BRUNA: Pues si seguimos esperando nos va
a agarrar la pálida, y allí sí que no vamos a poder hacer nada.
CASIMIRA: ¡Entonces, vamos! Vos Teodora
que conocés al guardia, le explicás el problema.
CLOTILDE: ¿Y si nos manda a azotar?
ALTAMIRA: Es cierto... yo creo que mejor
no.
BRUNA: Amigas, yo creo que Casimira
tiene razón, vamos a intentarlo, es mejor que esperar a morirnos de sed.
TEODORA: Eso es más cierto.
CASIMIRA: Entonces ¡vamos!
CLOTILDE: Bueno, vamos... a la mano de
Dios...
TODAS: Vamos... (Salen.
Música de Transición)
Escena
II
En
Las Puertas del Palacio
(El
Guardia se pasea con una lanza, las mujeres se acercan y él las detiene.)
GUARDIA: ¡Alto! ¿Qué quieren?
TEODORA: Hola Guardia, ¿cómo está?
GUARDIA: Yo estoy bien. ¿Qué quieren?
BRUNA: Eh... queremos ver a su majestad,
el Rey Macario.
GUARDIA: Nadie puede ver al Rey, está
muy ocupado.
CLOTILDE: Ah, bueno... gracias... (Intenta irse. Casimira la detiene.)
CASIMIRA: (A Clotilde.) Hey, esperate un momento. (Al
Guardia.) ¿Y podríamos ver a la Reina Brunela?
GUARDIA: Ella también está muy ocupada.
TEODORA: Es que le traemos un regalo.
GUARDIA: Pueden dejar el regalo conmigo,
yo se la voy a mandar con la servidumbre.
BRUNA: Es que es algo personal y...
GUARDIA: Entonces, váyanse, no pueden
estar aquí.
ALTAMIRA: Sí, yo creo que mejor...
CASIMIRA: Mire, señor, la verdad es que
es urgente que veamos al Rey o a la Reina.
GUARDIA: Bueno, pueden hacer una cita.
BRUNA: ¿Una cita? Está bien, ¿y para
cuando nos daría esa cita?
GUARDIA: (Saca una agenda y la consulta.) Dentro de seis meses.
TEODORA: ¿Seis meses?
CASIMIRA: Escuche, señor, dentro de seis
meses ya estaremos muertas...
GUARDIA: Ése no es mi problema.
BRUNA: ¿Y si va y les pregunta?
GUARDIA: ¿Es que no me oyeron? Ya les
dije que no. ¡Retírense del portón!
TEODORA: ¡Ay, hombre!, (coqueta.) pero qué enojado que es
usted... tan guapo, y con esos ojos tan lindos...
GUARDIA: ¿Mis ojos? ¿Lindos?
TEODORA: ¡Uy!, sí... a ver... déjeme
verlos aquí al sol... (Lo conduce hacia
el frente cerca del lateral.) De verdad que si son unos ojos lindos...
GUARDIA: Bueno... muchas gracias...
TEODORA: Y además esas curvas, y yo...
sin frenos.
GUARDIA: (Extrañado.) Yo... yo no tengo curvas... (Observa a Teodora, sonríe.) Pero usted sí.
TEODORA: ¡Oh... Cuánto me alegra que lo
haya notado! Disculpe... ¿me permitiría darle un beso? Cierra los ojos (Lo empuja suavemente fuera del escenario.
Se escucha un golpe en off, Teodora sale nuevamente, se reúne con el resto de
mujeres y entran al palacio, moviéndose hacia el centro del escenario.)
Escena
III
En
los jardines del Palacio
(Las
mujeres observan embelesadas a su alrededor.)
ALTAMIRA: ¿Ustedes están viendo lo mismo
que yo?
CLOTILDE: Yo miro unos cipotes echando
agua por la boca.
BRUNA: Es una fuente.
TEODORA: Y miren allá, ¡un estanque!
CLOTILDE: ¡Y que pescadotes los que
están saltando dentro!
CASIMIRA: Y miren allá arriba, los
balcones llenitos de flores.
ALTAMIRA: Y allá, en aquel patio, hay
ropa tendida secándose al sol.
TEODORA: Todo eso quiere decir que en el
palacio hay mucha agua.
CASIMIRA: ¡Ya lo ven! Los Reyes no
pueden negarse a compartirla con nosotros.
BRUNA: Pues eso no lo sabemos, ahora el
problema es saber en dónde estarán.
CLOTILDE: Miren cuántos pasillos y
puertas, aquí cualquierita se pierde.
TEODORA: Vamos a tener que dividirnos,
hasta encontrarlos.
ALTAMIRA: Y si los encontramos a ellos,
¿cómo vamos a hacer para encontrarnos nosotros después?
CASIMIRA: Además creo que es mejor que
estemos juntas.
BRUNA: Bueno, sí, pero...
TEODORA: Miren... allá vienen dos
mujeres... parece que son sirvientas, podríamos preguntarles a ellas.
CLOTILDE: Pero y si ellas le avisan a
otros guardias... nos van a azotar.
CASIMIRA: Pero no tenemos más remedio...
Hay que preguntarles... ¡Oigan señoras! (Las
dos mujeres ven el grupo y dudan en acercarse.) ¡Vengan... por favor! (Las sirvientas se acercan al grupo.)
SIRVIENTA 1: ¿Sí?
BRUNA: Ehhh... Hola, nosotras vivimos en
la aldea, y necesitamos que nos hagan un favor.
SIRVIENTA 2: ¿Un favor?
BRUNA: Sí, este... Yo no sé si ustedes
saben lo que está pasando en la aldea. (Las
sirvientas se ven la una a la otra.)
SIRVIENTA 1: Pues la verdad no.
TEODORA: Pues es que, el pozo se ha
secado y necesitamos agua.
SIRVIENTA 2: Pero... nosotras no podemos
darles agua.
SIRVIENTA 1: La verdad es que ni
siquiera podemos hablar con ustedes, así que...
BRUNA: ¡No, esperen! Por favor...
CASIMIRA: Necesitamos ver al Rey Macario
o a la Reina Brunela
SIRVIENTA 2: ¿A los Reyes? Uy, ni
siquiera nosotras podemos verlos.
SIRVIENTA 1: Tienen que hablar con el
Guardia de la entrada.
ALTAMIRA: Ya hablamos con él, pero dice
que puede darnos una cita hasta dentro de seis meses
SIRVIENTA 2: ¿Pero entonces, cómo
entraron?
TEODORA: Bueno es que, se quedó
dormido... así de golpe... debe estar muy cansado.
BRUNA: Así que aprovechamos a entrar y
pensamos que ustedes nos pueden ayudar.
SIRVIENTA 1: Lo sentimos, pero no podemos
ayudarlas.
SIRVIENTA 2: Si los guardias nos ven
platicando con ustedes, nos pueden azotar.
CASIMIRA: ¿Pero por qué?
SIRVIENTA 1: Desde hace algún tiempo los
Reyes han cambiado, sus corazones se han vuelto muy duros
SIRVIENTA 2: Sí, antes eran muy bondadosos
con nosotros, y siempre recibían a todas las gentes que venían a buscarlos,
ahora ya no.
SIRVIENTA 1: Ahora les dicen los Reyes
Corazón de Piedra.
CLOTILDE: ¡Yo no quiero que me azoten!
¡Vámonos!
CASIMIRA: Clotilde, ¡esperate! (A las sirvientas.) Tienen que
ayudarnos, cada día hay menos agua en la aldea, ya casi no podemos hacer nada
normalmente.
ALTAMIRA: Yo tengo sucia toda la ropa.
BRUNA: Tenemos que hacer milagros para
cocinar.
TEODORA: Y bañar a los niños con pañitos
húmedos, pronto se van a enfermar.
CASIMIRA: ¿Ustedes tienen hijos? (Las sirvientas asienten.) Entonces tienen
que ayudarnos. ¡Por favor! Nuestra única esperanza es hablar con los Reyes.
(Pausa.
Las sirvientas se ven la una a la otra.)
SIRVIENTA 1: Lo único que podemos hacer
es llevarlas cerca del salón real. Allí está ellos ahora.
SIRVIENTA 2: Pero, prometan que no van a
decir que nosotras les ayudamos.
BRUNA: Lo prometemos
SIRVIENTA 1: Está bien, vengan por aquí.
(Salen
todas hacia un costado Transición musical.)
Escena
IV
En
un Salón del Palacio
(Entran
La Princesa Brisela, seguida de los Reyes y más atrás Chipilín y Serafín.)
PRINCESA: ¡Vamos! No podemos perder
tiempo. Tienen que aprender el baile antes de la fiesta.
REY MACARIO: ¿Pero porqué no podemos
bailar los bailes que ya conocemos?
PRINCESA: Tenemos que estar a la moda.
No podemos parecer anticuados.
REY: A mí no me molesta verme anticuado;
es mejor que verse ridículo.
REINA BRUNELA: Además, Brisela, es tu
fiesta de quince años, y es suficiente que vos bailés a la moda, nosotros
bailaremos cuando toquen la música que ya sabemos bailar.
PRINCESA: Ustedes me han dicho que
quieren ser los reyes mas poderosos e influyentes de todo el continente, para
eso tienen que ser los mejores en todo.
REY: Está bien...
REINA: ¡Ay! Esta juventud, adonde va a
ir a parar... lo vamos a hacer sólo por vos.
PRINCESA: Muy bien, vamos a comenzar por
aprender los pasos; (A los Reyes.)
ustedes dos se paran aquí (Indica el
fondo centro.) Chipilín y Serafín a los lados un poco más adelante...
CHIPILIN: Princesa, no creo que sea
necesario que nosotros participemos.
PRINCESA: Claro que sí, porque lo
primero será presentar una coreografía, después ustedes serán mis parejas de
baile.
SERAFIN: Pero... pero... nosotros no
somos buenos para eso, además debemos atender otros asuntos de la fiesta y los
invitados...
REY: Dejen de protestar y ocupen pronto
sus lugares.
REINA: Sí, por favor, acabemos pronto
con esto.
CHIPILIN: Pero su majestad comprenda que
nosotros no somos buenos en esto.
SERAFIN: Lo siento majestad, pero yo
tengo una hernia que me impide hacer movimientos bruscos.
CHIPILIN: Y yo nací con los pies planos,
así que el doctor me ha prohibido bailar.
REY: Escúchenme bien: Mi hija quiere que
ustedes dos bailen, así que yo ordeno que bailen, aunque les haga falta una
pierna a cada uno.
SERAFIN: Su majestad, en verdad que
nosotros no podemos complacerlo en esto.
REY: ¿Hace cuanto trabajan en esta
corte?
SERAFIN: Desde hace 125 años su
majestad, cuando su tatarabuelo Tiburcio era el Rey.
REY: ¿Y cuantas veces los han azotado
desde entonces?
CHIPILIN: Nunca su Majestad; usted y sus
antepasados reales han sido siempre generosos con nosotros...
REY: Pues si no quieren que los haga
azotar por primera vez, hagan lo que les ordeno. (Chipilín y Serafín se ven el uno al otro, y van a ocupar el lugar que
la princesa les indicó.)
REINA: Muy bien, Brisela, comencemos,
todavía hay muchos arreglos que hacer para la fiesta.
PRINCESA: Solo sigan mis movimientos.
Comienza
a escucharse El JUTIQUILE, Brisela comienza a bailar, Los otros cuatro intentan
seguirla, equivocándose constantemente. Después de un instante las 5 mujeres de
la aldea entran atrás de ellas, sin que puedan verlas, comienzan a reír
suavemente, viéndose unas a otros, hasta que finalmente no pueden contener una
fuerte carcajada. Los cinco bailarines se sorprenden y giran hacia ellos.
REY: Pero que sucede, ¿ustedes de qué se
ríen?... ¿y que hacen aquí?
REINA: Se estaban burlando de nosotros.
Mandalas a azotar.
BRUNA: No, sus majestades, no nos
burlábamos, mas bien estábamos...
ALTAMIRA: Muy contentas de ver como
bailan de bien...
CLOTILDE: Sí, sí, por favor no nos
azoten.
PRINCESA: Papá, sácalas de aquí, están
contaminando el aire.
REY: Si, pero antes díganme: ¿Qué es lo
que quieren? ¿Por qué están aquí?
BRUNA: Verá usted su majestad, resulta
que en la aldea se ha secado el pozo de agua.
TEODORA: Ya estamos desesperadas.
ALTAMIRA: Si ustedes vieran la montaña
de ropa sucia que tengo en mi casa.
CLOTILDE: A duras penas conseguimos un
poquito de agua para preparar la comida y beber un vaso de agua al día cada uno
BRUNA: Los cultivos ya se perdieron y
viene una gran hambruna.
TEODORA: Un día de estos nos van a
perseguir los cutes.
REY: Las comprendo, pero no hay nada que
yo pueda hacer, así que pueden retirarse.
CASIMIRA: Podría compartir el agua del
palacio con los que vivimos en la aldea.
REINA: ¡Pero que dice esta mujer! ¡Cómo
se atreve!
REY: Eso es imposible, así que...
CHIPILIN: Su majestad hace ya más de
sesenta años, su abuelo el Rey Olegario, compartió el agua en una época de
sequía...
REY: ¡Silencio!, hablá sólo cuando te lo
pida si no querés que te azote yo mismo.
CASIMIRA: Aquí el agua es abundante y
hasta se desperdicia mientras que en la aldea nos podemos morir de sed y de
hambre.
REINA: Pero qué malcriadeza.
PRINCESA: ¡Y qué tufo!
REY: ¡Es suficiente! ¡Guardia! ¡Se marcharán ahora mismo! (Entra el guardia) Quiero que saquen a
estas mujeres de aquí. Pero antes van a darles dos azotes a cada una.
CLOTILDE: (Poniéndose de rodillas.) No, por favor su majestad, azotes no...
BRUNA: Su majestad... por favor... (Casimira levanta a Clotilde.)
REY: ¡Guardia, cumpla mis órdenes!
¡Fuera de aquí! (Las mujeres salen
protestando empujadas por el guardia.)
REINA: ¡Qué horror!
PRINCESA: ¡Uy, sí! ¿Cómo pueden andar
sin bañarse? (pausa.) Bueno, ahora podemos seguir con nuestra
clase.
REY: No, ahora no, será después del
almuerzo. (A la Reina.) Vamos,
Querida (Salen.)
PRINCESA: (Patalea.) ¡Qué tufosas esas, cómo me han venido a atrasar!
CHIPILIN: Princesa, ellas no tienen la
culpa.
PRINCESA: Claro que sí, ¿cómo es que
andan por allí sin bañarse?
SERAFIN: Bueno, ya lo dijeron, el pozo
de la aldea se está secando.
CHIPILIN: Sus padres se han vuelto
muy...
PRINCESA: ¿Muy qué?
CHIPILIN: No sé, es muy difícil hablar
con ellos... nunca me habían amenazado con azotarme. (Serafín y Chipilín se quedan viendo el uno al otro, ven a la princesa
y los dos se ponen muy tristes.)
PRINCESA: ¿Y ahora qué les pasa?
SERAFIN: Nada...
CHIPILIN: Sí, nada, no nos pasa nada... (A Serafín.) ¿Verdad que no nos pasa
nada?
SERAFIN: Por supuesto que no nos pasa
nada. ¿Qué nos iba a pasar a nosotros?
CHIPILIN: A ¡ya sé! Nos pasa NADA. (Pausa. Serafín mira a la Princesa con picardía.)
SERAFIN: En el patio de mi casa, hay un
palo de mango, cada hojita que se cae, es un beso que te mando.
CHIPILIN: Qué lindo es ver el mar,
subiéndose a las rocas, pero es más lindo alcanzar, un besito de tu boca.
SERAFIN: A las manzanas maduras, se les
come la masita, a una joven como tú, se le come la boquita.
CHIPILIN: Si tu cuerpo fuera cárcel y
tus brazos las cadenas, qué lindo sitio sería para cumplir una condena.
PRINCESA: A ver, que es lo que quieren
ahora... (Pausa.) A mí no me engañan...
Siempre que dicen piropos es porque algo quieren. ¡Hablen!
SERAFIN: ¿Por qué no habla usted con
ellos?
PRINCESA: ¿Con quiénes?
CHIPILIN: Con sus padres.
PRINCESA: Siempre hablo con ellos.
SERAFIN: Hable con ellos para que le
ayuden a la gente del pueblo, necesitan el agua.
CHIPILIN: A usted es a la única persona
a la que complacen, nunca le niegan nada de lo que pide.
PRINCESA: Es cierto pero a ellos no les
gusta que yo me entrometa en esos asuntos, así que no lo hago.
SERAFIN: Pero está es una situación
especial. Nadie puede vivir sin el agua.
CHIPILIN: Y eso nosotros lo sabemos muy
bien, comienza por la falta de aseo, luego vienen las enfermedades, luego la
sed, el hambre y la...
PRINCESA: ¿Qué?
SERAFIN: La muerte.
PRINCESA: Voy a pensarlo... es todo lo
que puedo prometerles por ahora. Los veré después del almuerzo. (La princesa sale.)
CHIPILIN: ¿Qué creés?
SERAFIN: Pues ya que se suspendió la
clase, deberíamos ir a desayunar.
CHIPILIN: Pero si ya desayunamos.
SERAFIN: Pero podríamos desayunar otra
vez, todo estaba muy sabroso.
CHIPILIN: Es cierto, pero no. Además yo
estaba preguntando por la situación de las gentes de la aldea. ¿No creés que
deberíamos ayudarles?
SERAFIN: Sí lo creo, pero... ya
escuchaste al Rey, hasta te amenazó con azotes. Lo más que podemos hacer es
tratar de convencer a la princesa.
CHIPILIN: Ella no va a decidirse a
hablar del asunto con ellos. Esto no puede esperar mucho tiempo, tenemos que
hacer algo nosotros.
SERAFIN: ¿Pero qué?
CHIPILIN: (Pausa, lo piensa un poco.) Tengo una idea.
SERAFIN: ¿Qué cosa?
CHIPILIN: Vamos a la aldea, en el camino
te explico. (Salen.)
Escena
V
En
la Plaza de la Aldea
Entran
las mujeres, vienen adoloridas de los azotes que les propinaron. Teodora está
llorando.
BRUNA: ¡Calmate, Teodora!
TEODORA: No puedo creer que a los Reyes
se les haya convertido el corazón en piedra. Y no sé porque a mí me dieron
cuatro azotes en lugar de dos.
ALTAMIRA: Debe haber sido por el porrazo
que le diste al guardia para entrar al palacio.
CLOTILDE: ¿Y ahora, qué vamos a hacer?
BRUNA: Talvez tengamos que irnos de
estas tierras.
CASIMIRA: No, eso no. Esta es nuestra
tierra desde siempre.
TEODORA: Pero si nos quedamos vamos a
morir de hambre y sed.
ALTAMIRA: Ayer mi marido llegó casi
muerto, de caminar todo el día sin beber agua, y para nada... no logró
encontrar ni una triste fruta. ¿Qué voy a hacer si se muere?
CLOTILDE: Pues te conseguís otro.
ALTAMIRA: Pues es que ahora hasta los
hombres están escasos, con todos los que se han ido para el norte.
BRUNA: Pues allá tendremos que irnos
nosotras con nuestros hijos. Yo seré como Moisés y las guiaré en el camino.
TEODORA: ¿Y es que acaso vos conoces el
camino pues?
BRUNA: No, pero Moisés tampoco lo
conocía; por eso anduvieron perdidos dando vueltas.
CASIMIRA: No, esa no es buena idea, de
todas maneras allá tampoco nos quieren.
ALTAMIRA: Pero, entonces... ¿Qué podemos
hacer?
CASIMIRA: Solo hay un camino: La Guerra.
TODAS: ¿La guerra?
CASIMIRA: Sí.
BRUNA: Pero nosotras no tenemos armas.
CASIMIRA: Juntemos a todo el pueblo,
iremos armados con palos y piedras.
ALTAMIRA: Pero el Rey tiene muchos
soldados, y tienen unas armas modernas que tiran unas grandes piedrotas
incendiadas que dejan salir un gran humasal; escudos, lanzas y espadas.
CLOTILDE: Si con sólo los azotes nos
dejaron adoloridas.
TEODORA: Nos matarían sin que lográramos
ni siquiera entrar a los jardines, el guardia no va a dejarse engañar otra vez.
(Llora de nuevo.) ¡Oh no! Mis
hijos... van a morir.
BRUNA: No, Teodora, vamos a encontrar
una solución, ya lo verás. Vengan todas. Lo más importante es que no hay que
perder la fe. (Todas las mujeres se
juntan en un abrazo.)
Entran
Chipilín y Serafín, observa a las mujeres que están inmóviles, con los ojos
cerrados, en profunda meditación. Se acercan sigilosamente. Se colocan uno a
cada lado del grupo.
CHIPILIN: Yo creo que ya se murieron.
SERAFIN: No, hombre, cómo vas a creer.
CHIPILIN: Sí, deben estar muertas,
porque mirá que no se mueven.
SERAFIN: Si estuvieran muertas, estarían
acostadas. ¿Dónde has visto muertos parados?
CHIPILIN: Entonces se deben haber
convertido en estatuas de piedra. Como el corazón de los Reyes.
SERAFIN: ¡Esperate!... ¡Oy! ¡Señoritas! (Silba.)
CHIPILIN: No seas bruto, así no te van a
hacer caso.
SERAFIN: ¿Por qué?
CHIPILIN: Pues porque son señoras. ¿No
oíste que tienen hijos?
SERAFIN: Ah, sí, es cierto... ¡Oy!
¡Señoras! (silba. Pausa.) ¡Oy!
¡Doñitas! (Silba.)
CHIPILIN: (Gritando.) ¡Hey!
(Las
mujeres y Serafín dan un brinco del susto.)
CLOTILDE: ¡Dios mío!
ALTAMIRA: Miren: ¿Quiénes son esos dos?
TEODORA: Deben ser ángeles que nos manda
el cielo.
CASIMIRA: No. Ellos estaban en el
palacio, deben ser espías, hay que capturarlos.
SERAFIN: No, no somos espías.
CHIPILIN: Hemos venido a ayudarlas. (Pausa.
Las mujeres se ven entre ellas.)
BRUNA: ¿A Ayudarnos? ¿Y ustedes porque
quieren ayudarnos?
CASIMIRA: No hay que confiar en ellos,
deben tener el corazón de piedra, igual que los reyes.
CLOTILDE: Nos van a azotar otra vez...
¡No por favor!
CHIPILIN: No, no, no. De verdad que
venimos a ayudarlas. Escúchennos: Nosotros somos los más viejos habitantes y
sirvientes del palacio, hemos visto pasar a cuatro generaciones de Reyes y
también estamos sorprendidos y asustados del cambio de los Reyes Macario y
Brunela.
SERAFIN: Sí, también a nosotros nos ha
amenazado con azotarnos. Pero nosotros ya hemos vivido la experiencia de la
sequía y sabemos lo que puede pasar; así que preferimos correr el riesgo de
ayudarlas, antes de que sea muy tarde y todos tengamos que lamentarnos.
BRUNA: ¿Y cómo es que pueden ayudarnos?
CHIPILIN: Vamos a llevarlas con la única
persona capaz de resolver este gran problema.
TEODORA: Y ¿quién es esa persona?
CHIPILIN: Se llama Maruja.
CASIMIRA: ¿Maruja? Nunca había escuchado
hablar de ella. ¿Es una guerrera?
SERAFIN: No precisamente... es más
bien... algo así como... como... como...
BRUNA: ¿Cómo qué?
SERAFIN: No sabría como explicarles...
En realidad ella ahora, digamos que sólo se dedica a cocinar, a leer, a
dormir...
CLOTILDE: Pues yo también hago eso,
además, lavo, barro y trapeo, salgo a recoger leña, atiendo a mis hijos, a mi
marido...
CHIPILIN: Sí, pero... es que ella...
ella... era... algo así como... como... como...
Todas: ¿Cómo qué?
CHIPILIN: Como una bruja. (Pausa.)
CASIMIRA: ¿Dijo usted una BRUJA?
CHIPILIN: Sí, eso. (Todas comienza a hablar al mismo tiempo comentando la descabellada
idea.)
BRUNA: ¡Silencio! Lo siento mucho, pero
creo que no es una gran idea la suya.
SERAFIN: Les aseguro que no es lo que
ustedes se imaginan, ella es algo... un poco “rara” pero es una buena persona,
y es su única posibilidad de salvación.
CHIPILIN: Por lo menos deberían verla y
hablar con ella antes de pensar en otra cosa. (Pausa.)
BRUNA: ¿Qué piensan?
CLOTILDE: Yo creo que es peligroso, no
deberíamos ir.
CASIMIRA: Si puede ser peligroso, pero
creo que deberíamos arriesgarnos.
ALTAMIRA: Yo preferiría morir peleando
en una guerra que por una hechicería.
SERAFIN: Ella no va a hacerles daño. Se
los prometo.
TEODORA: Yo estoy desesperada, no quiero
ver morir a mis hijos. Yo creo que deberíamos ir. (Pausa.) Depende de vos, Bruna.
BRUNA: Está bien... llévennos con ella.
CHIPILIN: Han tomado la decisión
correcta. Vamos... (Salen todos.)
Escena
VI
En
la Casa de la Bruja Maruja
(Aparece
la fachada de la casa de la Bruja Maruja, una casa desvencijada, parece oscura
y tenebrosa, se escucha el viento soplar, y sonidos de animales extraños.)
SERAFIN: Aquí es la casa de la Bruja.
CLOTILDE: ¡Uy!, ¡qué lugar más feo, a mi
me da miedo.
ALTAMIRA: Sí, es cierto, yo creo que
mejor nos vamos
TEODORA: ¡Dios del cielo! ¿No será que
ustedes nos están engañando?
CASIMIRA: Pues yo le tengo menos miedo a
pelear.
CLOTILDE: Entonces, mejor nos vamos.
CHIPILIN: Por favor... no le tengan
miedo, ya les dijimos que no les va a hacer ningún daño.
ALTAMIRA: ¿Y cómo sabemos que ustedes
nos están diciendo la verdad?
SERAFIN: Bueno, yo me imagino cuanto
miedo tienen, pero que prefieren ¿qué sus hijos se mueran, o vencer el miedo?
TEODORA: Vencer el miedo
BRUNA: Si, además si ya llegamos hasta
aquí, por lo menos hay que verla.
SERAFIN: Muy bien... voy a llamarla, no se asusten por la facha... (Serafín toca la puerta.)
BRUJA: (Desde adentro.) ¿Quién viene a molestar mi
descanso...? ¿Quién es?
SERAFIN: Somos Serafín y Chipilín.
BRUJA: ¿Y que quieren tan temprano?
SERAFIN: Abrinos la puerta.
Bruja: ¡Ya voy, ya voy! (Después de un breve instante la bruja sale.
Las mujeres se espantan de miedo al verla, algunas se persignan. Clotilde casi
sale corriendo pero Casimira la detiene.) ¿Qué les pasa a esas locas?
CHIPILIN: Tranquilas, por favor señoras,
tranquilas...
BRUJA: Bueno, bueno... díganme de una
vez, que quieren.
SERAFIN: Pues, mirá brujita, linda,
preciosa, hermosa, necesitamos que nos hagás un favor.
BRUJA: ¿Yo a ustedes un favor? A ver...
¿De qué se trata?
CHIPILIN: Resulta que el pozo de la
aldea se ha secado, y la gente del pueblo ya está desesperada por la falta de
agua. Necesitamos de tu ayuda.
BRUJA: No, no, no... Lo siento mucho
pero yo ya estoy retirada de la brujería, bien saben que hace mucho que me
jubilé, así que con su permiso, debo seguir descansando. (Entra de nuevo a la casa.)
(Las
mujeres se quedan asombradas y confundidas. Chipilín y Serafín se sienten
avergonzados.)
SERAFIN: Ustedes no se preocupen, ahora
mismo vamos a resolver esto.
CHIPILIN: Ya van a ver cómo sí nos
ayuda.
(Ambos
comienzan a arrojar piedras a la casa mientras le gritan “Bruja Maruja”, “Salí
inmediatamente”, “Vieja pícara, tenés que ayudarnos”, “Ya salí de una vez, o
vamos a botar la casa a pedradas”. Las mujeres por su parte sienten miedo y
tratan de detener a Chipilín y a Serafín, hasta que finalmente...)
BRUJA: (Desde adentro.) ¡Basta! Basta, ya dejen eso, allí voy... (Sale muy enojada. A Chipilín.) Voy a convertirte
en un sapo de pantano (a Serafín.) y
a vos en un mono cara blanca.
CHIPILIN: Bien sabés que no podés
hacernos nada. Nosotros estamos protegidos...
BRUJA: (Mientras la bruja habla, las mujeres se juntan con miedo.) Pero a
ellas sí puedo convertirlas en: una araña peluda, una rana patas planas, una
mosca pelo parado, una culebra prieta y una cabra de monte.
SERAFIN: No le hagan caso, solo lo dice
por asustarlas. En realidad no puede hacerles nada. Y vos, Maruja, recordá que
nos debes un favor, y ha llegado el momento de pagarnos.
BRUJA: Yo no les debo nada.
CHIPILIN: Por supuesto que sí, nosotros
te salvamos de que te quemaran en la hoguera.
BRUJA: Eso fue ya hace casi 100 años.
SERAFIN: Pues con mucha más razón, si
sumamos los intereses nos deberías muchos favores.
BRUJA: Bueno, bueno, tampoco se
aprovechen. Voy a ayudarlos pero prometan que no vendrán a molestarme hasta
dentro de unos 100 años.
CHIPILIN: Esta bien, prometido.
BRUJA: (A las mujeres.) Veamos... hace cuanto empezó a secarse el pozo.
TEODORA: Desde hace unos 6 meses.
BRUNA: En todo este tiempo tampoco ha
llovido.
CASIMIRA: Hoy apenas logramos sacar unas
pocas tazas de agua cada una.
ALTAMIRA: Ya a los niños los tenemos que
limpiar con saliva.
BRUJA: ya... ¿y vieron si pasó algo raro
antes de que empezará a secarse el pozo?
CLOTILDE: ¿Cómo algo raro?
BRUJA: Como si el sol se oscureciera, o
la luna cambiara de color, o los animales hicieran algo extraño...
TEODORA: Pues no... que yo recuerde
no... (Todas confirman lo que dice
Teodora.)
BRUJA: Muy bien... aguarden... (Entra a la casa y sale con una paila)
¡Llénenla de agua!
SERAFIN: Pero Maruja, te estamos
diciendo que no hay agua, el pozo, la quebrada, los ríos están secos.
BRUJA: Ah, sí... esperen (Vuelve a entrar a la casa y sale con una
bacinica que le entrega a Chipilín.) ¡Ya saben que hacer!
Chipilín
y Serafín se ven uno al otro, se ven la bragueta y ven a las mujeres.
CHIPILIN y SERAFIN: ¡Con permiso... (Entran a la casa de la bruja. Después de un
instante se escucha un chorro de agua, mientras la bruja recoge dos
ramitas. Salen de nuevo, Chipilín trae
la bacinica y se la entrega a la bruja.)
BRUJA: ¡Ufff...! deberían alimentarse
mejor. (Coloca la bacinica al frente,
comienza a agitar las ramitas de hierba sobre ella y a hablar en una jerigonza
en una especie de ritual cantado. Todos se van agrupando alrededor de ella.
Finalmente observa el interior de la bacinica se toca la barbilla.) ¡Ya
veo!
CLOTILDE: ¡Yo no veo nada! ¿Ustedes ven
algo? (Todas niegan.)
BRUJA: ¡Silencio! Tal parece que se
trata de un encantamiento.
CASIMIRA: ¿Encantamiento?
BRUJA: Si, el pozo está “encantado”.
BRUNA: ¿Pero quién lo hizo?
BRUJA: Eso me tomaría más tiempo
averiguarlo... Pero veo que el problema es que los Reyes han endurecido su
corazón. Eso ha provocado la escasez de agua.
CHIPILIN: Es cierto, ahora a los reyes
les dicen “Corazón de Piedra”
TEODORA: ¿Y que podemos hacer?
BRUJA: La única manera de romper el
encantamiento, es hacer que los Reyes ablanden su corazón, y puedan arrojarse
al pozo una lágrima de la Reina y una
lágrima del Rey.
CASIMIRA: ¿Pero cómo podemos conseguir
una lágrima de ellos?
BRUJA: Bueno eso sí no sé. Piénsenlo y
cuando las tengan me avisan.
CHIPILIN: Pero Maruja, no podés dejarnos
así, vos debés tener algún hechizo para hacerlos llorar.
BRUJA: De nada serviría, su llanto y sus
lágrimas deben ser auténticas. Deben llorar por compasión, por una honda pena,
por un gran amor.
CHIPILIN: Supongo entonces que pelar
cebollas no serviría.
BRUJA: Para nada…
SERAFIN: Hacerlos llorar es una misión
imposible, se han vuelto ambiciosos, parece que solo les importara su propio
bienestar, quieren ser los más poderosos del continente.
BRUNA: Pero debe haber alguna forma.
CLOTILDE: Vamos a tener que irnos de estas
tierras.
ALTAMIRA: Podríamos morir en el camino.
CASIMIRA: Si no encontramos una
solución, vamos a morir de sed y de hambre.
TEODORA: (Comienza a llorar) ¡Yo no quiero que se mueran mis hijos! (Una pausa. Todos están conmovidos.)
CASIMIRA: ¡Ya lo tengo!
TODOS: ¿Qué? ¿Cómo?
CASIMIRA: Matemos a la Princesa, así los
Reyes llorarán su muerte.
CHIPILIN y SERAFIN: ¡No, eso no!
BRUNA: Pero esa sería la única forma de
hacerlos llorar. Nadie puede soportar la muerte de sus propios hijos.
CHIPILIN: Pero eso sería cruel.
ALTAMIRA: A mí me da pena, pero creo que
es la mejor idea.
SERAFIN: No, no pueden hacer eso.
Maruja, deciles que eso no funcionaría. (Pausa)
BRUJA: Pues yo creo que sí, si puede
funcionar.
CHIPILIN: Nosotros queremos ayudarles,
pero no podemos permitir que maten a la Princesa.
SERAFIN: Si lo intentan vamos a
decírselo a los Reyes.
CASIMIRA: ¿Lo ven? ¡Son unos traidores!
A ellos no les importa lo que nos pase a nosotras.
CHIPILIN: Sí nos importa pero, hay que
encontrar otra forma.
BRUJA: ¡Ya cállense todos! (pausa.) podemos hacer una pequeña
trampa. Puedo preparar una pócima para que la Princesa entre en “Estado
Catatónico”
SERAFIN: ¿Cata qué?
BRUJA: Catatónico
CHIPILIN: ¿Y eso qué quiere decir?
BRUJA: Ella estaría “profundamente
dormida”, tanto que parecerá que está muerta, una vez que se consiga el
objetivo, la despertaremos... ¡y ya!
SERAFIN: Pero, ¿estás segura de que no
se va a morir de verdad?
BRUJA: Por supuesto que estoy segura.
BRUNA: ¿Y nosotras que tenemos que hacer?
BRUJA: (A medida que las va mencionando, cada una sale corriendo a buscar el
encargo.) Vayan inmediatamente al bosque y traigan... (A Teodora.) Vos trae unas ramitas de manzanilla. (A Bruna.) Vos unas hojas de pimienta
gorda. (A Clotide) Vos un poco de Tilo
(A Casimira.) Vos unas hojas de
orégano (A Altamira.) Y vos una
Lechuga. (A Chipilín.) Ahora, vos
traeme los ojos de una rana recién parida. (A
Serafín.) Y vos unos huevos de culebra de cascabel.
SERAFIN: Y a nosotros porqué nos ponés
lo más difícil.
BRUJA: ¿No querían mi ayuda? ¡Hagan lo
que les digo! (Los dos salen corriendo.
La bruja levanta la bacinica, va a botar el contenido. Luego entra a la casa,
se escucha un chorro de agua y regresa con dos ollas, una cuchara de madera y
un pequeño frasco. Coloca una de las ollas a un lado y el resto al frente; se
concentra un instante. Comienzan a llegar una por una, corriendo, de vuelta con
el encargo de cada una. La bruja lo recibe y lo pone en la olla principal.)
TEODORA: ¡Aquí está la manzanilla!
BRUNA: ¡Aquí están las hojas de Pimienta
gorda!
CLOTILDE: ¡El Tilo!
CASIMIRA: ¡El Orégano!
ALTAMIRA: ¡Uy, qué cara que está la
lechuga!
CHIPILIN: ¡Aquí están los ojos de la
rana! (Los coloca en la otra olla.)
SERAFIN: ¡Aquí están los huevos de la
culebra! (Los coloca también en la otra
olla y sigue revolviendo el resto de ingredientes de la olla principal.)
CHIPILIN: ¿Y esos ingredientes porqué
los ponés aparte?
BRUJA: Porque eso lo necesito para
prepararme la cena. (Se levanta e inicia
de nuevo un ritual en jerigonza, esta vez incluso baila alrededor de la olla,
Serafín y Chipilín se contagian y
también bailan. Las mujeres miran asombradas. Finalmente la bruja moja su dedo
en la pócima y la prueba, toma el botecito y lo llena. Se lo entrega a Bruna)
Para que la pócima funcione deben mezclarla con algún jugo, preferiblemente de
manzanas y peras.
SERAFIN: ¿Estás segura de que no se va a
morir?
BRUJA: ¡Ya te lo dije!
TEODORA: ¿Pero cómo vamos a hacer que lo
tome?
BRUNA: A nosotras no nos dejarán entrar al
palacio. (A Chipilín y Serafín.)
Ustedes tienen que encargarse.
CASIMIRA: Quizá las sirvientas que nos
guiaron para encontrar a los Reyes pueden ayudarnos, según nos dijeron ellas se
encargan de llevar los alimentos a la princesa.
CHIPILIN: Por eso no se preocupen.
BRUNA: ¿Y luego qué debemos hacer?
BRUJA: Cuando los Reyes lloren, deben
tomar una lágrima de cada uno en estos pañuelos mágicos (Les entrega dos pañuelos.) Cuando las lágrimas toquen los pañuelos
se convertirán en gotas de cristal. Cuando las tengan, iremos juntos al pozo y
yo me encargaré de romper el encantamiento. ¡Y ahora váyanse todos, necesito
dormir! (Todos salen. La bruja recoge
todo y entra a la casa. Música de transición mientras se saca la fachada de la
casa de la bruja.)
Escena
VII
En
un Salón del Palacio
Chipilín
y Serafín entran con una mesa y una banca. La colocan al centro del escenario.
Luego entra la princesa Brisela y se sienta. Seguidamente entran las sirvientas
1 y 2. La sirvienta 1 se acerca.
SIRVIENTA 1: Princesa. (Coloca sobre la mesa una bandeja con un
plato de comida.)
SIRVIENTA 2: (Trae una jarra y un vaso. Llena el vaso y lo coloca sobre la mesa
junto al plato.) Princesa.
Chipilín,
Serafín y las sirvientas quedan rodeando la mesa y no dejan de ver a la princesa.
PRINCESA: (Nota que los cuatro no dejan de verla.) ¿Bueno y a ustedes qué les
pasa ahora?
SERAFIN: Nada...
CHIPILIN: Sí, nada, no nos pasa nada... (A Serafín.) ¿Verdad que no nos pasa
nada?
SERAFIN: Por supuesto que no nos pasa
nada. ¿Qué nos iba a pasar a nosotros?
CHIPILIN: A ¡ya sé! Nos pasa NADA (Pausa. Miran a las sirvientas con picardía.)
SERAFIN: (A la Sirvienta 1.) En
el fondo de una cueva suspira un tacuasín, y en cada suspiro dice: nuestro amor
no tiene fin.
CHIPILIN: (A la sirvienta 2.) El Chile para que pique debe ser colorado, el
amor para que dure debe ser disimulado.
(La
princesa no muy convencida comienza a comer, con cada bocado los 4 se acercan
disimuladamente, después de 3 bocados.)
PRINCESA: Los conozco bien, algo se
traen ustedes entre manos.
SERAFIN: Princesa, debería probar el
jugo, está delicioso.
CHIPILIN: Tiene muchas vitaminas.
SIRVIENTA 1: Está hecho de manzanas
frescas.
SIRVIENTA 2: También tiene peras recién
cortadas.
(La
princesa toma el vaso, lo acerca a la boca, los 4 se acercan y ella retira el
vaso; se repite la misma acción... la Princesa coloca el vaso en la mesa, todos
se hacen los disimulados, la princesa toma de nuevo el vaso y bebe el contenido
de un solo trago, todos quedan a la expectativa, la princesa toma de nuevo el
cubierto, come un bocado y al regresar el cubierto al plato se inclina sobre la
mesa y se queda “en estado catatónico”.)
CHIPILIN: Parece que funcionó
SERAFIN: ¿Sí, verdad? (Ambos se le acerca, le tocan cada uno con
el dedo índice comprobando que no se despierte.)
SIRVIENTA 2: Su Majestad
SIRVIENTA 1: Princesa
(Las
sirvientas ven a Chipilín y Serafín, se ven la una a la otra, lanzan un grito
de horror y salen corriendo. Chipilín toma el plato el jarro y el vaso y se los
lleva.)
SIRVIENTA 1: (Desde afuera.) Sus
Majestades, vengan pronto, la Princesa ha muerto.
SIRVIENTA 2: (Desde afuera.)
¡Pronto! ¡Auxilio! ¡Se nos murió la Princesa!
SIRVIENTA: (Desde afuera.) ¡Ay,
Dios mío! Por aquí... (Entrando.) Allí está.
(Entran el Rey y la
Reina alarmados, llegan hasta donde está la Princesa. El Rey trata de revisar
su respiración y tomarle el pulso.)
REINA: ¡Ay, Dios mío!, ¿qué pasó?
CHIPILIN: (Triste, fingiendo sorpresa.) No sé, estábamos platicando de la
fiesta, y de repente se “embrocó” sobre la mesa.
REINA: ¡No puede ser!
SERAFIN: (Muy triste) Tal vez le dio un infarto de lo emocionada que estaba.
REINA: ¡Ay, mi niña, mi niña! Macario hacé algo. (Macario le hace seña a la Reina de que se calme. Finalmente coloca la
mano de la Princesa sobre la mesa.)
REY: No hay caso... Está muerta.
REINA: ¡No! ¡No puede ser! ¿Por qué Dios
mío, por qué? ¡Mi niña! ¡Mi niña linda, no llegaste ni a los quince añitos...! ¡Ay
de mí, qué desgracia! ¡Mi niña, mi Brisela de mi corazón! (Mientras la Reina va diciendo estos textos, se pasea de izquierda a
derecha, y la sirvienta desesperadamente intenta acercar el pañuelo a sus mejillas para
“capturar” una lágrima; para lograrlo finalmente tiene que retener a la Reina
abrazándola, la otra sirvienta se acerca para recibir el pañuelo. Lo dobla
cuidadosamente dejando dentro la lágrima de cristal de la Reina, Chipilín se
les acerca y la sirvienta le pasa el pañuelo y éste lo guarda en un bolsillo.)
REY: ¡Dios mío, qué desgracia! (Se le ve muy triste pero no da señales de
llorar.) ¡Qué desgracia! ¡Nuestra única hija ha muerto!
SERAFIN: (Que ya tiene listo el otro pañuelo) ¡Sí mi Rey! ¡Qué desgracia! (Comienza a llorar desconsoladamente.) ¿Quién
lo iba a imaginar? En la flor de la juventud... ¡Ay, ay, ay, ay, ayyyyyyyyy...!
(Abraza al Rey, lo ve y llora más fuerte,
el Rey lo consuela.)
REY: No llores Serafín, hay que ser
fuertes, ante el dolor...
SERAFIN: Es que no puedo dejar de
llorar... (Le hace señas a Chipilín para
que se le una a llorar.)
CHIPILIN: ¡Ay, ay, ay, ay, ay... es que
cómo duele, cómo duele... ay, ay, ay, ay...!
SERAFIN: Sí, y los hombres también
lloran... llore usted también, que no le dé pena, ¡ay, ay, ay, ay, ay,
ayyyyyyyyyyyyyyyy! (El Rey está a punto
de llorar.)
CHIPILIN: ¡Ay, ay, ay, ay, ay... si yo
también lloro, mire como lloro yo!, ¡qué desgracia, su única hija! ¡Ay, ay, ay,
ay, ay, ayyyyyy!
REY: ¡Sí, mi única hija! (El Rey finalmente llora, Serafín aprovecha
para acercar el pañuelo a la mejilla del Rey, cuando lo logra el Rey le arrebata
el pañuelo, se seca las lágrimas y luego se “suena los mocos” con él. Serafín
batalla para quitárselo hasta que finalmente lo logra, lo dobla y lo guarda.)
Brunela
y Macario se juntan y se abrazan junto al “cadáver de la Princesa, después de
un instante, el Rey recupera la calma, mientras la Reina continúa sollozando
suavemente.
REY: Chipilín y Serafín, vayan ustedes
dos a iniciar los arreglos para el funeral. (A
las sirvientas.) Ustedes hablen con el secretario real, díganle que envíe
notas cancelando la fiesta de cumpleaños y notificando de esta tragedia.
SERAFIN: De inmediato su majestad...
¡vamos!
Chipilín,
Serafín y las sirvientas salen. Regresan los primeros colocando frente a la
princesa y los Reyes, un biombo con el Pozo pintado en él, que los cubre
totalmente.
Escena
VIII
En
el Pozo
SERAFIN: De prisa Chipilín, andá a
llamar a la Bruja.
CHIPILIN: ¡Voy volando! (Chipilín sale corriendo.)
Serafín saca el pañuelo y observa curioso las
lágrimas cristalizadas del Rey, siente “lo pegajoso de los mocos” se limpia en
su propia ropa y dobla el pañuelo cuidadosamente. Llegan las mujeres.
BRUNA: ¿Es cierto que consiguieron las
lágrimas?
SERAFIN: Sí, lo logramos.
TEODORA: ¿Y ahora qué hay que hacer?
SERAFIN: Nosotros no lo sabemos,
Chipilín fue por la bruja Maruja.
ALTAMIRA: Esperemos que de resultado.
SERAFIN: Dará resultado. La bruja es
gruñona, pero no nos engañaría.
CLOTILDE: ¿Y la princesa?
SERAFIN: Quedó en estado cata...
cata... ¿cata qué?
CASIMIRA: ¡Catatónico!
SERAFIN: Eso... Espero que Chipilín y la
Bruja no tarden mucho, debemos volver pronto al palacio, la bruja no nos dijo cómo
despertarla.
BRUNA: Miren allá vienen...
CHIPILIN: (Llega primero.) Rápido,
brujita, tenés que hacer un poco más de ejercicio.
BRUJA: (Llegando.) No puedo ir
más rápido, me duelen mis juanetes... Déjenme ver las lágrimas.
CHIPILIN: Ésta es la de la Reina. (Le entrega el pañuelo. La Bruja despliega
el pañuelo y observa la lágrima.)
SERAFIN: Y aquí hay varias lágrimas del
Rey. (Le entrega el pañuelo, la Bruja lo
abre y observa detenidamente las lágrimas. Nota la “sustancia pegajosa” y la
come.)
BRUJA: ¿Y cómo es que hay tantas
lágrimas del Rey?
SERAFIN: Parece que en el fondo es muy
sensible.
BRUJA: Muy bien, comencemos. Esto no
tardará mucho. (Toma la lágrima de la
Reina, dice unas palabras en jerigonza y la lanza al pozo. Todos están a la
expectativa, la bruja se asoma al pozo, asiente con la cabeza. Toma una de las
lágrimas del Rey dice algo más en jerigonza y la lanza al pozo. Todos se quedan
congelados observando el pozo, ni siquiera respiran.) Deberían respirar o
van a morir asfixiados... (Todos
respiran, la bruja dice una retahíla de palabras ininteligibles que culminan en
un clímax intenso. Pausa. Comienza a salir agua del pozo. Todos gritan, celebran,
se abrazan, agradecen a la bruja.)
Muy bien, ha sido un regreso triunfal. (A Chipilín y Serafín.) Y a ustedes les
he pagado el favor, así que espero no volver a verlos en los próximos 100 años.
Hasta pronto. (Comienza a retirarse.)
CHIPILIN: Un momento, Maruja.
BRUJA: ¿Y ahora qué?
CHIPILIN: No nos dijiste cómo sacar a la
Princesa de su estado... cata... cata... ¿cata qué?
Todos: ¡CATATÓNICO!
CHIPILIN: Eso...
BRUJA: Bastará con que reciba dos besos
de amor. (Sale mientras Chipilín y
Serafín se ven el uno al otro.)
SERAFIN: Muy bien, debemos volver al palacio.
CHIPILIN: (A las mujeres.) Ustedes también deben venir.
CLOTILDE: Pero no nos dejarán entrar, y
yo no quiero que me azoten de nuevo.
SERAFIN: No se preocupen, ya hay
instrucciones para dejar pasar a todos los que lleven sus condolencias a los
Reyes. ¡Vamos! (Salen llevando consigo el
biombo con el pozo.)
Escena
IX
En
un Salón del Palacio
(Ahora
vemos a la Princesa acostada sobre la mesa de comedor que ha sido preparada
como cama, los Reyes uno a cada lado de ella, muy compungidos.)
GUARDIA: (Entrando.) Su Majestad.
REY: ¿Sí?
GUARDIA: Chipilín y Serafín han vuelto.
REY: ¡Que vengan inmediatamente!
GUARDIA: Sí, su majestad. También han
llegado algunas mujeres de la aldea a presentarle sus condolencias. (El Rey y la Reina se ven el uno al otro.)
REY: Muy bien, déjalas entrar.
GUARDIA: De inmediato, su majestad. (Sale.)
(Después
de un instante regresa y detrás de él vienen Chipilín, Serafín, las sirvientas
y las mujeres de la Aldea. Todos en actitud de respeto a los Reyes.)
REY: Señoras, gracias por estar
acompañándonos, la Reina y yo se los agradecemos. Quiero decirles también, que
hemos conversado, y hemos decidido que desde este momento toda la Aldea pueda
hacer uso del agua del palacio. (Las
mujeres se ven entre ellas y agradecen con un gesto.)
BRUNA: Muchas gracias su majestad,
agradecemos su generosidad.
REY: (A los duendes.) ¿Y cómo van
los preparativos? ¿Han comenzado a enviar las notas?
SERAFIN: Quizá no sea necesario su
Majestad.
REY: (El
Rey y La Reina se sorprenden.) ¿Cómo que no?
REINA: ¿Qué quieres decir?
SERAFIN: ¿Podemos acercarnos a la
Princesa?
REY: Claro... Ella les tenía mucho
aprecio.
(Chipilín
y Serafín se acercan, uno a cada lado. Cada uno le da un beso en la mejilla.
Pausa. La Princesa no se levanta. Intercambian de lado y vuelven cada uno a
besar en las mejillas a la Princesa. No pasa nada. Las mujeres se ven entre
ellas.)
REINA: (Intrigada.) ¿Qué sucede?
SERAFIN: ¡Nos engañó!
REY: ¿Quién? ¿De qué están hablando?
CHIPILIN: Tenemos que ir a buscarla.
BRUJA: (Entrando.) No es necesario. ¡Aquí estoy!
REY: ¿Quieren decirme qué pasa aquí? ¿Y
quién es usted?
BRUJA: Digamos que soy una vieja amiga
de su familia. Que se apartó mucho tiempo por... malentendidos. (A los duendes.) En realidad no los
engañé. Dije que la Princesa debía recibir dos besos de amor. Ustedes le tienen
mucho cariño, es cierto, pero... para ella hay dos personas más amadas que
ustedes dos. (Señala a los Reyes.)
SERAFIN: O sea que son ellos los que...
BRUJA: Exacto
REINA: ¿Qué cosa?
BRUJA: Usted y su esposo aman mucho a su
hija. ¿No es cierto?
REINA: Por supuesto, no hay nada más
amado para nosotros.
BRUJA: Muy bien... pero ¿últimamente cuántas
veces se lo decían, o se lo demostraban? ¿Hace cuánto tiempo no le hacen una
caricia o le dan un beso? (Los Reyes
guardan silencio.) No es suficiente amar... es necesario demostrarlo. Quizá
estén a tiempo. (Les señala a la
Princesa.)
(Los
reyes se acercan uno a cada lado de la Princesa y cada uno le da un beso en la
mejilla. La princesa comienza a despertar. Todos están sorprendidos y contentos,
pero al mismo tiempo no saben que hacer.)
PRINCESA: (Desperezándose.) Creo que me quedé dormida.
CHIPILIN: Estabas catamática.
SERAFIN: ¡Catalógica!
Mujeres Aldeanas: ¡CATATÓNICA!
(Los
Reyes y la princesa hacen gesto de no entender.)
PRINCESA: No importa, pero tuve un sueño
muy extraño. (A los duendes.) Ustedes
tienen razón... Papá creo que deberías compartir el agua del palacio con la
gente de la aldea.
REY: Claro, hija, eso ya está resuelto.
TEODORA: Aunque a decir verdad, por
ahora no será necesario, el pozo ha vuelto a dar mucha agua. (Todos lo confirman.)
REY: Es una gran noticia.
PRINCESA: También quisiera que la gente
de la aldea venga a mi fiesta de quince años...
¿Pueden venir?
REINA: Por supuesto hija. (Las mujeres reaccionan alegres.)
PRINCESA: Muy bien, entonces no perdamos
más tiempo, vamos todos a practicar el baile. ¡Fórmense todos y síganme! (Comienza a sonar El Jutiquile. Todos
bailan, al final todos se acercan a proscenio y saludan al público.)
FIN
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