La
Sucia
(Comedia)
Escrita Por:
FELIPE ACOSTA
Tegucigalpa M.D.C.,
Honduras C.A.
Septiembre, 2007
Todos los derechos reservados
Se prohíbe su reproducción en
cualquier forma, así como el montaje para representaciones públicas o privadas con
fines comerciales, sin el permiso por
escrito del autor.
La
Sucia
Personajes:
Joche (Campesino)
Manuel (Campesino)
Chilo (Campesino)
Lola (Esposa de Chilo. Embarazada)
Plutarco (Campesino)
Anacleto (Campesino)
Jacinto (Campesino)
Doña Paca (Dueña del estanco)
Lupe (Mesera del estanco, sobrina de doña Paca)
Niña
La Sucia
Registrada en la oficina
Administrativa de derechos de autor y de los derechos conexos (Dirección
General de Propiedad Intelectual), del Instituto de la Propiedad, bajo el
Número 1054, Tomo 6 Folio 269, Resolución No.521/2009.
PRÓLOGO
Joche
y Manuel conversan comiéndose una burra.
JOCHE: Pues pa’qué le cuento compadre,
de verdad que esa cipota vale la pena.
MANUEL: No crea, compadre, no crea,
después ai va quedar todo jodido, sino míreme a mí.
JOCHE: ¿Y qué tienen que ver las
mujeres? ¿No jue que se cayó di’un caballo?
MANUEL: Eso jué lo que le conté a mi
mujer, porque si se da cuenta de la verdá, me mata.
JOCHE: ¿Y entonces cómo es que jué?
MANUEL: Pues que mire, que por andar de
enamorado me salió La Sucia. Huyendo d´ella jué que quedé todo pandureco.
JOCHE: A ver, cuénteme.
MANUEL: No, mire, la verdacita es que a
mí, sólo di´acordarme de lo que me pasó, me pongo malo.
JOCHE: No, entonces es qui’usté solo me
quiere hacer miedo.
MANUEL: Vaya pues, no le vu’a contar lo
que me pasó a mí, pero para que vea que no solo a mí me pasó, le vu’a contar lo
que le pasó a otro amigo.
JOCHE: ¿A quién, usté?
MANUEL: Era un vecino que yo tenía, Chilo
se llama.
JOCHE: A ver, pues, ¡Cuénteme!
MANUEL: Bueno, pero venga, vamos a la
sombra que’ste sol está arrecho. (Salen.)
CUADRO PRIMERO
LA COCINA DE LA CASA DE
CHILO Y LOLA UNA ALDEA CERCANA AL MUNICIPIO DE LA PAZ, MUY TEMPRANO EN LA
MAÑANA.
LOLA: (Entrando.) ¡Apurate, Chilo, que ya se te hizo tarde!
CHILO: (En off.) Voy, mujer, voy.
LOLA: Verdá, ¿quién lo manda a venir tan
tarde por andar emberrenchinado en la feria? Mire que ya´l café está rechinado
de tanto hervir. ¡Oy, Chilo, apurate, hombre de Dios! Después le quitan el día
si llega tarde a trabajar, y veya que vamos a ocupar pistío agora que nazca el
chigüin.
CHILO: (Entrando.) Ya, mujer, aquí
vengo, y ya me voy, sólo deme esa tacita de café pa’que se me asiente la
cabeza.
LOLA: Si quiere se la asiento yo de un
escobazo, ya ve como le hace daño estarse empinando esas cervezas, como si se
jueran a acabar.
CHILO: D’eso usté tiene la culpa.
LOLA: ¿Y yo por qué?
CHILO: ¿Y no me dijo usté que dejara de
tomar cususa y chicha, pues?
LOLA: Pues claro, ¿no se acuerda que
hasta cucarachas montadas a caballo miraba? Pero la cerveza también le hace
daño, así que también debería dejar de tomarlas.
CHILO: Ai sí, ya jodimos, no ve que si
dejo de echarme mis traguitos, ya van a empezar a decir que soy maricón.
LOLA: ¡Y eso a usté que l´importa! Con tal que yo sepa que no.
CHILO: Bueno, mire mi elotito, orita no
es hora de hablar d’eso, porque si empieza con sus sermones, ora sí que me
quitan el día.
LOLA: Vaya, pues, pero hoy no vaya a
venir tarde, ¿oyó?
CHILO: Pues eso sí que no se va a poder,
mire que tengo qu’ir a dejar un poco de leña al pueblo.
LOLA: Pues solo la deja, y se viene.
CHILO: Sí, pues, pero primero la tengo
qu’ir a cortar, y sólo la puedo cortar hasta que terminemos la siembra.
LOLA: Bueno, no me vaya a venir después
con cuentos de camino real, no crea que le voy a’star aguantando una borrachera
tras otra, no quiero que le vaya a dar mal ejemplo al chigüin.
CHILO: ¿Y cómo sabe ques chigüin y no
chigüina?
LOLA: Pues por la forma de la barriga,
no mira que está bien puntuda.
CHILO: Pues sí miro, pero no sabía que
cuando eran puntudas era porque iba a ser macho.
LOLA: Macho Dios quiera que no vaya a
ser, pero de qu’es varón es varón.
CHILO: Pues si para el caso es lo mismo.
LOLA: No, señor, mire qu’este país esta
lleno de machos, y no vamos pa´ ninguna parte, aquí lo que falta son hombres,
hechos y derechos.
CHILO: Hoy si ya jodió usté. Bien me
dijo Chinto que l´iban a lavar el coco en esas reuniones que va. Mejor ya me
voy, y después me platica.
LOLA: De todas maneras, mi aguacatito,
mire, no vaya a venir tarde, que viera que tuve un sueño bien feo.
CHILO: ¿Ya volvió a soñar con su nana?
LOLA: No se pase de chistoso, ¿oye?, y
con mi mama no se meta que ella no se mete con usté.
CHILO: Bueno, pues, pero no se enoje que
le va hacer daño al cipotío. A ver ¿que jue lo que soñó?
LOLA: Pues soñe que usté venía pa´la
casa bien de noche, y que le salía un perro negro, grandote y con unos dientes
rete afilados, que le echaba una carrera por el bosque, hasta que usté cayó en
un pozo de malacate, y venía a la casa todo raspado y jediondo.
CHILO: Oy, ¿no será que l´icieron daño
el montón de guayabas que se comió ayer?
LOLA: ¿Tal vez, verdá?
CHILO: Yo creo qu’es lo más seguro, no
cualquiera se mete dos docenas de guayabas en menos di’un santiamén. Y
combinadas con las dos piñas que se atoró, a lo mejor se le fermentaron en la
panza, es como si se hubiera echado un litro de guaro.
LOLA: Sí puede ser verdá. Yo no me
imaginaba qu´estar preñada mi’ba a dar tanta hambre.
CHILO: Bueno, pues no exagere, no se
vaya a comer hoy las dos sandías y los seis melones, no vaya a ser que ahogue
al chigüin en tanta agua.
LOLA: No, no se preocupe que ya me queda
de esperiencia.
CHILO: Vaya, pues, Ai los vemos más
tarde. (Comienza a salir.)
LOLA: Sí, pues, ai los vemos. (Acordándose de algo.) ¡Oy, Chilo! ¿Ha
visto mi collar?
CHILO: ¿Cuál collar?
LOLA: ¿Y cuál va ser? El que me trajo
usté de la capital.
CHILO: ¿Ah… ese collar? ¿Y ónde lo puso,
pues?
LOLA: En la gaveta de abajo del armario.
CHILO: Pues no lo he vido. ¿Y pa´qué lo
ocupa?
LOLA: Pues como usté me dijo que m´iba
llevar a la feria el sábado, me quería poner bonita.
CHILO: ¡Ay!, mi elotito, si a usté no
li´hacen falta collares pa´verse linda. Además el sábado no vu´a poder
llevarla.
LOLA: ¿Cómo que no? ¿Y ora que pasó?
CHILO: Pues que se me´bía olvidado que´l
sábado le tengo que ayudar a Plutarco a reentejar la casa. Como ya vienen las
lluvias, no quiere esperar más. Pero el domingo la v´ua llevar a la misa ¿oye?
Así le pedimos a la Virgencita del Perpetuo Socorro que le vaya bien en la
parida.
LOLA: Y yo que ya me había hecho
ilusiones, d´ir a probar el tiro al blanco.
CHILO: Si quiere le rejunto unas piedras
pa´que les tire a los palos del cerco.
LOLA: No le digo, qui´uste está cada día
más chistoso. ¿Qué tal si se las aviento a su cabezota? Tal vez así se le quita
lo haragán y se levanta más temprano.
CHILO: Si aunque me levantara oscuro, no
llegaría temprano al trabajo, no ve como me atrasa usté con sus sueños de
perros y sus collares. Ai los vemos. (Comienza a salir.)
LOLA: ¡Oy, Chilo!
CHILO: ¿Y ora qué?
LOLA: ¿Y es que no me dar mi besito?
CHILO: Claro que sí le doy su besito, (Lola cierra los ojos y estira los labios,
Chilo le da un beso en la frente.) adiós, mi elotito, no vaya a comer tanto
¿oyó?
LOLA: Adiós, mi aguacatito, regresa
temprano ¿oyó?
CHILO: En cuanto termine regreso. Los
vemos. (Chilo sale a la calle.)
LOLA: (Sola.) Pucha, mano, ¿donde habré puesto yo el collar? (Sale.)
CUADRO SEGUNDO
CAMPO DE LABRANZA,
PLUTARCO, ANACLETO Y CHILO SIEMBRAN MAÍZ EN EL CAMPO.
PLUTARCO: ¿Se dieron cuenta que anoche
le salió La Sucia a Jacinto?
ANACLETO: ¿Quién dice?
PLUTARCO: Pues esa era la bulla hoy en
la mañana en la aldea, solo d´eso hablaba todo mundo. La mujer d´el se encargó
de contarle a todos que Chinto bía aparecido a media noche todo arañado.
ANACLETO: ¡O sea que la tal Sucia lo
agarró!
PLUTARCO: ¡Qué lo v´andar agarrando! Usté
sabe que a Chinto no le gana ni un conejo asustado.
ANACLETO: ¿Y entonces?
PLUTARCO: Pues qu´en la carrera se
atravesó por un espinero perro. Dicen que tiene rayado hasta el sisifrín.
ANACLETO: Pues sí hay razón ¿verdá? Si
yo con sólo ver a mi mujer cuando se levanta, le digo que me azorro todo, y eso
que ya tengo costumbre.
PLUTARCO: A mí que se hace raro eso,
mire que yo he oído un montón de cuentos, pero aquí nunca había pasado, a lo
mejor es que la misma mujer lo cachimbió, y ora como que no quieren que la
gente se dé cuenta.
ANACLETO: ¿No será que de tanto guaro ya
se le están zafando las tuercas de la mema? ¿Vos que creés, Chilo? (Chilo no contesta.)
PLUTARCO: ¡Oy, Chilo!
CHILO: ¿Ah, que jué?
PLUTARCO: ¿Que vos que creés d´eso?
CHILO: ¿De qué cosa?
ANACLETO: D´eso de que a Jacinto se le
apareció La Sucia.
CHILO: ¿Quién, doña Petrona?
PLUTARCO: No, maje, La Sucia, La
Siguanaba.
CHILO: ¿Y eso cuándo?
ANACLETO: Ayer en la noche. Dice
Plutarco, que hoy en la mañana solo d´eso hablaban en la aldea.
CHILO: Pues no te oí, y como hoy salí
tarde, no me paré a hablar con naide.
PLUTARCO: Y además que andás como distraído,
¿qué te pasa?
CHILO: Estaba pensando en La Lupita.
ANACLETO: ¿La sobrina de doña Paca?
CHILO: La misma. Yo creo que hoy sí.
PLUTARCO: ¿Hoy sí qué, vos?
CHILO Que hoy se decide a salir conmigo,
la dejé bien apantallada con un regalito que l´ice.
ANACLETO: Ju´elamadre, otro que le va
salir La Sucia, mirá, igual que a vos si seguís de enamorado.
PLUTARCO: ¿Vos creés?
ANACLETO: Pues, mirá, si anda por el pueblo,
segurito que se les aparece.
CHILO: Ya estás igual que mi mujer, vos.
PLUTARCO: (A Anacleto.) ¿Vos también estás preñado?
ANACLETO: Vaya, con eso no bromiés,
papá.
PLUTARCO: Yo no, éste el que dice que
estás igual a su mujer.
CHILO: Sí, pero yo digo, hablando
papadas igual que ella. Hoy me dijo que llegara temprano, que soñó qu´iun perro
negro me echaba carrera.
PLUTARCO: ¡Uy! Ése es el cadejo, papa.
CHILO: ¡Esas son papadas, hombre!
Cuentos de la gente de antes.
ANACLETO: ¡Güechos!, a mí, mi agüela me
contaba qu´era verífico.
CHILO: ¿Sabés que cosa sí es verífica?
ANACLETO: ¿Qué cosa?
CHILO: ¡Que para bruto no se estudia!
PLUTARCO: Eso sí es cierto, por eso mi
tata no me quiso mandar a la escuela. “De todas maneras nada vas a aprender” me
dijo, “no ves qu´en la escuela, sólo hay un profesor para todos los chigüines.”
ANACLETO: Pero sí se apriende, ya ven
que mis primos que sí jueron a la escuela, ´ora viven todos en Tegucigalpa, y
unos hasta negocio tienen.
CHILO: Bueno, pues, pero no tiene que
ver con esos cuentos de La Sucia y El Cadejo.
PLUTARCO: Yo ni creibo ni de dejo de
creer; mi agüela contaba qui´una vez aquí mismo, una tía mía, salió a traer una
medicina para ella, y que de repente sintió como que la seguían, y que la
llamaban por su nombre. Lo más raro era que no había naide, entonces solo se
acordó de persinarse, ella dice que oyía cómo aleteaba una lechuza, y que
corrió y corrió, hasta que llegó a la casa. Ya puesta allí no pudo decir
nadita, y le entró una calentura, que por eso es que ya no l´entraba nada en la
cabeza y dejó la escuela. Al día siguiente, que mi tía no se despertaba, llegó
tatita Toribio, entonces él le pidió que llevara ajos y ruda, se puso a fumar
un puro y a rezar a saber qué cosa. Bueno, que ni había terminado el rezo
cuando mi tía se despertó ya buenecita, y con un hambre perra. Di´ai nunca dejó
de comer, por eso se puso (gesticulando.)
así de gorda como ustedes la conocen.
CHILO: A lo mejor es qui´una chorcha
confundió el pelo d´ella con su nido.
ANACLETO: Pues yo también oyí, que una
vez una lechuza se jue a parar al techo de la casa de los Chuña, que allí había
un recién nacido, entonces que la lechuza tiró un hilo, y le chupo toditita la
sangre al niño. Dijeron que´ra porque ya tenía com´una semana y no lo ´bian
bautizado. Después d´eso, jue fila en la iglesia pa´bautizar a todos los
cipotíos que no les habían echado el agua bendita, y mirá que nunca volvió a
pasar.
CHILO: Ustedes son papos, esas cosas se
las inventan para meterle miedo a la gente.
JACINTO: (Entrando.) Ya vine.
PLUTARCO: Ju´elamadre compadre, si
parece que lo pasaron por un rayador.
JACINTO: Cállese, compadre, gracias a
Dios que estoy contando el cuento.
CHILO: Estos dicen que te rayaste hasta
el fondillo, enseñá.
JACINTO: Te lo vas tener qu´imaginar, el
culo sólo se lo enseño a mi mujer y a mi nana.
ANACLETO: Oy, vos, ¿y como jue´so? ¿Es
cierto que te salió La Sucia?
JACINTO: Tan cierto como que me llamo
Jacinto Rodríguez.
CHILO: Yo creibo ques que a vos te pasó
lo mismo que a mi mujer.
PLUTARCO: ¿A usté también lo preñaron,
compadre?
JACINTO: ¿Cómo que me preñaron? ¿Onde ha
visto que un hombre puede quedar preñado?
PLUTARCO: No, si como este dice que le
pasó lo mismo que a su mujer… Además como la cencia está tan avanzada.
CHILO: De verdá que sus bruto, Plutarco.
Te´biera convenido ir a la escuela.
PLUTARCO: No, si a la escuela si jui
varias veces, lo que pasa es que nunca entré.
CHILO: Lo que yo digo, es que a lo mejor
tuvo alucinaciones que le dicen, de la hartada de chicharrones que se dio ayer.
ANACLETO: ¿Su mujer se comió las dos
libras de chicharrones que llevó ayer?
CHILO: No, esos no se los comió porque
los escondí, pero se hartó dos docenas de guayabas y dos piñas azucarón de las
grandotas.
JACINTO: Pues qué alucinaciones ni que
nada, ¡era La Sucia te digo!, en vivo y a todo color, como dicen en la tele.
CHILO: Pucha, ¿es que ustedes no
entienden, hombre? Esas papadas no existen.
JACINTO: Vos creé lo que te dé la gana,
pero jue la sucia lo que vieron estos ojitos que se han de comer los gusanos.
CHILO: De verdá que ustedes son unos
ignorantes de la verdá de las cosas.
PLUTARCO: A ver, compadre, no le haga
caso a este increyente, cuéntenos cómo jue la cosa.
JACINTO: Pues la cosa jue, que la Cirila
me ´bía dado palabre´viaje, así que la jui a encontrar en la quebrada a las
meras seis. Ai estaba la condenada, bonitía como siempre, lo único raro es
nunca me dio la cara, y cuando sintió que yo ´bía llegado, empezó a caminar
quebrada arriba hasta llegar a la montaña. Y va plática y plática hasta que me
cansé y le digo: “Oy, Cirila, que ya caminamos bastante, ya dame un abrazo y un
picorete, mamacita” Y entonces que se para por fin, y me le acerco por detrás.
Yo vide que tenía el pelo más largo, y se vía más blanca, pero yo pensé: será
que se baño con jabón de olor. Y la agarro, y cuando le doy vuelta para darle
el picorete, que le veo aquella cara horrible, con unos dientes grandísimos y
renegridos, y se suelta una carcajada, que me temblaron hasta los pelos de
adentro de la nariz, y me saca aquella tetota y me dice: “Toma tu teta, tomá tu
teta”
ANACLETO: ¿Y en después que pasó, vos?
JACINTO: ¿Y qu´iba pasar pues? Yo salí
corriendo como alma que lleva el diablo. No paré hasta que llegué a la casa,
que a todo esto, ya eran casi las doce.
PLUTARCO: ¿Y cómo jue que se rayó todo?
JACINTO: Pues que en la carrera, ni me
fijé cuando atrevesé el espinero que`sta a la orilla de la carretera, ya
llegando a la aldea.
CHILO: Que bruto qu´es hombre, y si ya ´bía
llegado a la carretera ¿por qué no vino por ella?
JACINTO: Mirá, papa, l´unico que yo
quería era llegar luego, así que me vine por el atajo. Y ni me acordé del
bendito espinero.
ANACLETO: Pucha, te debe haber dolido qu´és
un gusto.
JACINTO: Que va´ser. En el momento ni lo
sentí. Sino hasta que la Marilla me hechó de ver y me empezó a quitar la ropa.
Por suerte que tenemos sembradas unas pencas de zábila y me untó todito. Miren
que sino, ni ´biera podido dormir.
PLUTARCO: ¡Uy, hombre!, hasta ganas de
miar me dieron, ya vengo. (Sale.)
CHILO: Si hast´ora vas. Tené cuidado no
te vaya salir un duende.
ANACLETO: Verda que yo les he dicho.
Dejen de andar ai de enamorados, que par´eso ya tienen su mujer.
JACINTO: Orita yo sí que quedé curado. Aunque
la Marilla me lo pidiera, no me meto en camisa de once varas con otra mujer.
CHILO: Pues claro, si par´eso es que
s´inventan todas esas historias, pa´qui´uno no se divierta.
ANACLETO: Entonces ¿todavía no creés que
a Chinto le salió La Sucia?
CHILO: ¿Cómo le voy andar creyendo? Si
no jueron los chicharrones, es el cachimbo de guaro que se ha metido.
JACINTO: Mirá, Chilo, una cosa si te
digo, yo estoy seguro de lo que vi, y naide me va´convencer de otra cosa. (Se
escucha un grito de espanto.)
PLUTARCO: (Entrando muy asustado.) ¡Ay mamita…! ¡Aitá, aitá…!
CHILO: ¿Aitá qué?
PLUTARCO: La Sú, la Susú… la Sú…
ANACLETO: ¿Qué jué? ¿Qué te pasa hombre?
PLUTARCO: Aitá la Sú… la Sú…
CHILO: Ya se quedó trabado este. Vení te
destrabo (Le da un manotazo en la espalda.)
PLUTARCO: La Sucia. Ai´tá La Sucia.
JACINTO: ¡Verdá que les dije! ¡Ay, Dios
millo! (Persignándose.) ¡Sálvanos de
esta vieja!
ANACLETO: ¿Ande la viste?
PLUTARCO: En la cú… en la cucú… en la cú
(Chilo le otro manotazo en la espalda.) En
la cueva, en la entrada de la cueva. (Todos
están en pánico, menos Chilo.)
JACINTO: ¡Ora sí que nos chupó la bruja!
ANACLETO: ¡A mí no, Diosito! Te juro que
yo sólo ando con mi Domitila.
CHILO: Ya, hombre, ya cálmense todos…
¡Trancuilos! Pucha, Plutarco, mirá que hasta te miaste en los pantalones.
PLUTARCO: A Dios gracias que no me
cagué. ¡Es horrible! De lejos se ve bonitilla, blanquita… pero tiene la cara
negra, llena de de barrancos, los dientes todos podridos, y una tetota que ni
las vacas del patrón, oscura y peluda.
JACINTO: Así mesmito la vide yo.
CHILO: ¡Que ya les digo!… trancuilos… a
ver, respiren, respiren. (Todos respiran
profundo.) Eso es… calmaditos. Vamos hacer una cosa… vamos todos a
buscarla.
(Los
tres al mismo tiempo)
PLUTARCO: ¡Uy, hombre, estás loco!
JACINTO: ¡Ni lo quiera Dios, hombre!
ANACLETO: ¡Comprate una yuca mejor!
CHILO: Pucha, mano, parece que jueran
maricones ustedes.
JACINTO: Pues yo no soy maricón, pero
tampoco soy Superman.
PLUTARCO: Ni yo soy Batman.
ANACLETO: Ni yo soy el Chapulín
Colorado.
CHILO: Pues sí parecen maricones. Además les vu´a demostrar que la tal Sucia no
esiste. (Pausa.)
(Los
tres al mismo tiempo.)
PLUTARCO: No, papa.
JACINTO: Güevos, tula.
ANACLETO: Anda vos si querés
CHILO: Maricones…
(Plutarco,
Jacinto y Anacleto se ven unos a otros, rascándose la cabeza.)
JACINTO: Vaya pué, vamoj´ir solo pa´que
veás que no somos maricones, pero vos vas endelante.
CHILO: No, Plutarco que se venga conmigo
pa´que m´enseñe onde jue que le salió, y vos andate con Anacleto por el otro
lado. ¿Ta güeno?
JACINTO: Vaya, pue, ta güeno… vamos…
(Bajan
a la platea y se dividen como está indicado buscando entre el público.)
ANACLETO: Pelá bien los ojos Chinto,
mirá que vos ya la conocés.
PLUTARCO: (Asustándose por algo que le pasa cerca de los pies.) ¡Uy, hombre,
por aquí anda!
CHILO: No seás miedoso, hombre. Sólo es
un tepezcuintle.
JACINTO: Por aquí no se mira nada.
ANACLETO: ¡Mirá lo qu´encontré!
JACINTO: ¿Qué cosa vos?
ANACLETO: Parece que son los votos que
se perdieron después de las elecciones.
JACINTO: Ni los vayas a tocar, que a vos
te van a echar el muerto.
ANACLETO: ¿Cuál muerto, vos? Que yo sepa
no se murió nadie.
JACINTO: Los que ganaron, se murieron de
risa, y los que perdieron, se murieron de la cólera.
ANACLETO: ¿Sí, verdá? (Regresan al escenario.)
PLUTARCO: Aquí merito jué donde la vide.
CHILO: Bueno, pues ya ves que no ha
naide. Jué la pura imaginación la que
viste.
PLUTARCO: Te juro que la vi clarito.
CHILO: Te digo que no, hombre, vení
vamos. (Regresando al escenario. A
Jacinto y Anacleto.) ¿Ustedes vieron algo?
ANACLETO: Pues no, no vimos nada.
CHILO: Nosotros tampoco. Ya vieron, que
no hay nada.
PLUTARCO: Pero entonces cómo es que yo y
Jacinto la vimos.
JACINTO: Ya va´l burro por delante.
PLUTARCO: ¿Cuál burro, vos? ¡La Sucia
digo yo!
CHILO: Lo que pasa es qui´ustedes son
débiles de la mente, y se dejan llevar. Apriendan a yo que no le hago caso a
las tonteras que dice la gente.
ANACLETO: ¿Vos crees que´so sea?
CHILO: Pues claro. Mirá, cuand´uno se
mete una papada en la moyola, anque sea mentira, a uno le parece qu´es cierto,
hasta que se desengaña. Yo por ejemplo, antes creiba que la luna era de queso,
hasta que me descubrieron mi error.
PLUTARCO: ¿Y es que nu´es de queso,
pues?
CHILO: Para nada Plutarco, para nada.
PLUTARCO: ¿Y entonces de qu´es pues?
CHILO: De puritito algodón, con
pegamento del blanco.
PLUTARCO: Pucha mano, como lo engañan a
uno ¿verdá?
CHILO: Así es, mirá, hay gente que se
aprovecha de la falta d´ignoracia di´uno. Por eso en la vida uno tiene que
andar vivo.
JACINTO: Oy, Chilo, ¿Y vos como es que
has aprendido tantas cosas?
CHILO: Pensando, papá, pensando, que
par´eso tiene uno la cabeza. Pero bueno, qué les parece si nos vamos a echar
unas cervecitas ´onde doña Paca. Dijo que como el pueblo está de feria, iba dar
buena boca. Yo los invito la primera ronda.
ANACLETO: ¿Y eso porqué? ¿Qué estás
celebrando?
CHILO: Que si el presentimiento no me
falla, hoy Lupita me deja salir con ella. O por lo menos hoy le saco la palabra
de viaje.
PLUTARCO: Vamolos, pues, que para luego
es tarde…
Chilo: Un favor si les vu´a pedir. No le
vayan a contar a nadie esto de la tal Sucia, que en después la gente queda
enexagerando las cosas. ¿Oyeron?
(Los
tres al Mismo Tiempo.)
PLUTARCO: No hay problema, Chilo
ANACLETO: No te preocupés.
JACINTO: Ta güeno, pues.
(Todos
salen contentos admirando el “conocimiento” y la sangre fría de Chilo.)
CUADRO TERCERO
EN EL ESTANCO DE DOÑA
PACA.
PACA: Trai´ las cosas, hoy vamos atender
los clientes aquí ajuera.
LUPE: Aquí las traibo ya.
PACA: Rapidito m´ija, qu´esta es la´ura
en que no deben tardar. Hoy les ofrecí buena boca, ¿pelaste los mangos?
LUPE: Si, tía, aquí están ya pelados y
cortados.
PACA: Bueno, pues las cervezas ya están
heladitas como a ellos les gustan, así que sólo nos queda esperar.
LUPE: Oy, tía, ¡y vamos ir a misa hoy en
la noche?
PACA: ¡Ay, m´ija! Si paso yendo a misa
todo el año pa´ qu´estos días de feria sean güenos. ¿Cómo vamos a dejar el
negocio desatendido?
LUPE: ¿Sí, verdá?
PACA: Pos claro. Ya cuando la feria
pase, volvemos ir.
LUPE: ¿Cómo me veo tía?
PACA: Pues yo la veo bonita, como
siempre. Oy ¿y ese collar de donde lo
sacó?
LUPE: ¿Este collar?
PACA: Pues sí, ese collar, ¿Cuál otro
va´ser?
LUPE: Me lo regaló Chilo.
PACA: ¿Chilo? ¿Cuál Chilo?
LUPE: Pues Chilo, el mozo de Don
Esteban. ¿Cuál otro va´ser?
PACA: ¿Y a cuenta de que te anda
regalando collares Chilo?
LUPE: Es que dice que yo le gusto.
PACA: ¡Ve que sinvergüenza! Y yo que lo
creía un hombre serio.
LUPE: Pues yo creibo que si va en serio.
Me dijo que si yo me hacía su novia m´iba a regalar un anillo.
PACA: ¿No le digo? ¿Cómo va´ir en serio
con usted, si ya tiene mujer?
LUPE: No tía, yo creibo qui´usté está
confundida.
PACA: A ver. ¿Estás hablando de Chilo,
el que viene todos los viernes con Jacinto, el marido de María?
LUPE: Exaitamente. Ese mismo.
PACA: Pues ese mismo es el que está
casado. La mujer d´el se llama Lola. Que por cierto dicen ques bien arrecha,
que salió igual a la nana de ella, Doña Teresa, que varias veces le montó
maceta al finado Don Arístides, y a varias mujeres qu´él andaba enamorando.
LUPE: ¿De verdá?
PACA: Claro que de verdá. ¿Qué vu´a
ganar yo con andarte engañando? Mejor pelate la tuza d´ese hombre, que si no,
vos acabar maceteada. Con suerte se aguanta hasta después de que haya parido.
LUPE: ¿Cómo parido?
PACA: Pues que Chilo la tiene preñada,
creo que por estos días le toca.
LUPE: ¡Uy, tía, como son los hombres!,
¿verdá?, Y yo que estaba ilusionada y todo, porque viera qu´es bueno el
condenado pa´endulzarle el oído a una.
PACA: Así es la cosa m´ija. La próxima
vez mejor pregunte ¿oye? Aquí donde me ve yo tengo referencias de todo el mundo
por aquí. ¡Ah!, y devuélvale el collar al tal Chilo, que ya ve que la gente
aquí es bien chismosa y si la Lola se da cuenta que uste anda luciendo un
regalito d´él, se la suena sin que siquiera aiga probado la miel. ¿Porque
todavía no le ha dado la prueba, verdá?
LUPE: Pues el otro día le serví una
rosquilla en miel.
PACA: ¡Como es de bruta usté! La miel
del amor, digo yo.
LUPE: ¡Uy, no, tía! ¿Cómo va creer?
PACA: Más le vale, y no le dé más largas
al asunto, hoy mesmo le devuelve usté el condenado collar.
LUPE: Claro, ya sabiendo, le digo qu´en
cuanto entre se lo deguelvo.
PACA: Ve, hablando del rey de Roma y el
que asoma, usté hable con él y yo atiendo a los demás, y si se le pone pesado,
sólo me pega un grito y yo m´encargo.
(Entran
Chilo, Jacinto, Plutarco y Anacleto.)
TODOS: Buenas tardes, Doña Paca, Buenas
tardes, Lupita.
PACA: Buenas, pasen adelante, aquí les
tengo las cervezas heladitas.
(Todos
avanzan hasta la barra, excepto Chilo que se queda conversando con Lupe.)
CHILO: ¿Cómo esta la Lupita más linda
del pueblo?
LUPE: Pues estaba bien, hasta que
descrubí qui´usté ya está enmatrimoniado.
CHILO: No, hombe, Lupita, ¿Cómo va
creer? ¿Quién le ha venido con ese cuento?
(Chilo
y Lupe continúan la conversación en mímica, en ella Lupe le cuenta todo lo que
supo por su tía y le devuelve el collar colocándoselo en el cuello. Mientras Chilo
trata de convencerla de cuánto la quiere.)
PACA: Ajá ¿Y como les jue el día de hoy?
PLUTARCO: ¡No va creer lo que me pasó!
PACA: ¿Qué cosa?
JACINTO: (Interrumpiendo a Plutarco.) Nada, ¿que le va pasar a éste? A mí
jue al que le pasó. ¿No me mira?
PACA: ¡Uy!, si es cierto, si parece que
te arañaron como veinte gatos.
JACINTO: Pucha, Doña Paca, ¿Qué come que
adevina? ¡Si es que no me va cre´r!
PACA: A ver, pues, contame.
JACINTO: Pues mire, ve, que hoy me
levanté oscuro…
PACA: ¡Uy!, pues sí, ya desde allí que
no te creo.
JACINTO: Perece hombe, déjeme que le
cuente. Que me levanto tempranito para ir a pescar a la poza, y veya que suerte
la milla, que pesco tres pescadotes como de cuatro libras cad´uno.
ANACLETO: Eso soy yo el que no te
creibo. El otro día estuve yo como cuatro horas debajo del sol, y no saqué ni un
bumbulún.
JACINTO: Te querés callar vos, dejame
que cuente.
PLUTARCO: A mí me pasó lo mesmo, sólo
que yo sí saqué una llanta vieja.
JACINTO: Oy. Sí que serán brutos
ustedes. ¿Me van a dejar contar o no?
PACA: A ver. Déjenlo que cuente.
JACINTO: Pues que voy yo contento con mi
pesca pa la casa, ¿y qué va´crer?
PACA: ¿Qué cosa?
JACINTO: Pues que cuando voy pasando a
l´orilla de la casa de los tuncos, me sale un gaterío perro, no vaya cre´r qu´eran
veinte, como usté dijo; eran como treinta gatos, de todos tamaños y colores;
parece mentira pero los negros son los más bravos. Mire que se me abalanzan, y
claro, como yo no m´iba dejar quitar los pescados así nomás, no se conformaron
con caerle encima al morral, sino que se me tiraron encima a mí. Y yo que me
capeaba uno por delante y me salilla otro por detrás. Bueno para no hacerle tan
largo el cuento, no me dejaron ni las espinas de los pescados, y los condenados
me arañaron hasta el fondillo.
PACA: A ver, enseñá.
JACINTO: A no, doña Paca, eso sí no. Yo
el culo sólo se lo enseño a mi mujer y a mi nana.
PACA: Pues en una cosa sí estamos de
acuerdo. Eso no te lo creo ni anque le pongás mante´que´ chancho.
JACINTO: Pues usté´s la que pasa de
incrédula, mire ve, yo a las puebas me remito.
PACA: Mejor me van pagando las tres
cervezas, no vaya ser que después me salgan con otro cuento.
PLUTARCO: Chilo es el qu´invita, llévele
una a él y se las cobra todas.
PACA: (Sacando una cerveza.) Y bueno pues, que además ya me entretiene
mucho a la Lupe. (Va hacia Lupe y Chilo,
que está de espaldas.) ¡Oy, Chilo!
CHILO: (La ve al darse vuelta. Tirándose al suelo.) ¡Ay Dios millo, La
Sucia! Auxilio!
(Todos
sueltan una gran carcajada menos las dos mujeres.)
ANACLETO: No seyás bruto, Chilo, ¿no ves
qu´es doña Paca?
PACA: (Mientras todos ríen.) Veya que no solo salió sinvergüenza sino que
también payaso.
CHILO: N´ombe. Doña Paca, es que de verdá
mi asustó usté.
PACA: Asustado vas a quedar cuando te reviente
una botella en la cabezota. Vaya, vaya, levantate y pagame, que dicen que vos
sos el qu´invitás.
CHILO: Bueno pues, pero no s´enoje,
aqui´stá el pisto.
(Doña
Paca toma el dinero y se queda con Lupe, Chilo se reúne con los otros.)
JACINTO: ¿Y entonces? ¿Cómo te jué? ¿Se
v´ir con vos cuando cierren?
CHILO: Qué púchicas, ¿no ves que la
bruja le contó a la Lupita que ya´stoy casado?
ANACLETO: Pues hombre, tal vez es que no
te convenilla ´orita.
CHILO: No pues sí, ´ora va´star difícil.
(Durante
el diálogo anterior aparece una niña al costado cercano a Doña Paca.)
PACA: (A Lupe) Andá serviles la boca a los atarantados esos. (Acercándose a la niña.) Oy, y vos,
chigüina, que buscás aquí. ¿No ves que´stá prohibitivo que aquí entren niños?
NIÑA: Es quiando buscando a don Chilo.
PACA: ¿Y pa´que lo buscás, si se puede
saber?
NIÑA: Es que le traigo un recado de su
casa.
PACA: Decímelo a mí, que yo se lo doy.
NIÑA: No, es que se lo tengo que dar en
persona.
PACA: Perate pues, ya te lo llamo. (Regresando a donde están los hombres.)
Chilo, ai te busca una chigüina, que dice que te traye un recado.
CHILO: ¿A mí?
PACA: Sí, pues, ¿y cuántos Chilos hay
aquí?
CHILO: ¡Qué raro! ´Perenme, que v´uir a
ver qué quiere. (Llega hasta donde está
la niña.) ¿Qué jue, vos?
NIÑA: Que´s que lo manda a llamar su
esposa.
CHILO: ¿Y eso pa´qué? ¿Qué le pasó? ¿Ya
va a parir?
NIÑA: No, sólo dice que vaya luego.
CHILO: Vaya pues, decile que ya v´ua llegar.
NIÑA: Es que dice que se vaya ´orita.
CHILO: Bueno, ya voy, pues, ´perame pa´
que los vayamos. (Regresa al grupo.)
Oi, me v´ua tener qu´ir pa´ la casa.
ANACLETO: ¿Qué paso, vos? ¿Se puso mala
la Lola?
CHILO: Pues no sé, solo dice la cipota ésa,
que me manda llamar, y que me vaya ´orita. ¿Se van´ir ustedes conmigo?
JACINTO: Nombe, apenas llevamos una.
PLUTARCO: La noche comienza.
CHILO: Vaya, pues, ai los vemos mañana.
PLUTARCO: Ai los vemos, pues.
JACINTO: Llegás temprano, qu´ihay que
terminar de sembrar toda la milpa.
ANACLETO: Y andate con cuidado de ya
sabés qué.
CHILO: ¡Qué cuidado! Ustedes se van con
cuidado. Los vemos. (Chilo sale.)
JACINTO: Qué jodida, ombe, se nos jue el
que invitaba.
PACA: Oy, muchachos, si quieren nos
vamos p´adentro que está empezando a brisar.
ANACLETO: Sí, pues, porqui´hoy no me
toca baño.
JACINTO: Váyase sacando otras tres, doña
Paca.
PLUTARCO: Vamos. (Todos salen.)
CUADRO CUARTO
EN EL BOSQUE
(Entran
la niña y Chilo, ella irá siempre unos pasos delante de Chilo. Recorren la
platea, hasta regresar al escenario)
CHILO: Vaya jodido, ya empezó el chiz
chiz, sólo eso me faltaba. Oy, cipota,
no vayás tan rápido. Juelamadre, hoy sí
está oscuro, ni la luna se mira d´ese nubasal.
Oi, cipota, qué´ticiste, ´perame.
Ve, qué bruta, que se vino por otro lado. Chigüina, por aquí no es, ´perate
te digo. Hijole qu´en montado que está aquí.
(Finalmente
llegan al escenario, la niña se ríe, se intercambia con La Sucia, quedando ésta
de espaldas a Chilo y al público.)
CHILO: Hoy sí ya se me perdió. (Viendo de pronto a la mujer) ¡Uy! y no es
que… ¿Quién será esa mamacita que esta´i? (Acercándose)
Oy, mamita, ¿Qui´hace tan de noche por aquí? ¿Quiere que yo la acompañe? No
vaya ser que le salg´un animal. (La toma
por la espalda.) Si quiere le doy un besito pa´que no le dé miedo. (La gira de frente a él. La mujer suelta una
carcajada espantosa.)
LA SUCIA: (Sacándose una teta.) Tomá tu teta. Toma tu teta.
(Chilo
pega un grito de espanto, cae al suelo, se levanta, y como puede, corre
pidiendo auxilio. Recorre otra vez la platea, perseguido por La Sucia, que se
queda en algún punto de la platea o el lobby del teatro. Chilo continúa su
carrera al escenario.)
CUADRO QUINTO
LA CASA DE CHILO Y
LOLA.
CHILO: (Entrando asustadísimo) ¡Lola!, ¡Lola!, ¡Lola!
LOLA: ¿¡Qué te pasa hombre!? ¿Qué son
esos gritos?
CHILO: La Sú, La Sú, La Susú…
LOLA: ¿y eso qué´s?
CHILO: La Sú, la Susú
LOLA: ¡Ay!, ya te trabaste todito. (Le da una manotada en la espalda.)
CHILO: La Sucia, me salió La Sucia.
LOLA: ¿Cómo que te salió la Sucia?
CHILO: Sí, Lola, La Sucia, ¡es horrible!,
tiene la cara como barranco, y unos dientotes así de grandes y podridos, y una
tetota horrible. (Mientras habla Lola le
sirve un vaso con agua.)
LOLA: ¡Cálmese, hombre! (Le da el vaso, Chilo tiembla tanto que no
puede beber.) ´Perece, no tiemble tanto. (Intenta darle agua, sin que lo consiga. Finalmente le tira el agua en
la cara.) Trancuilo… trancuilo…
CHILO: (Más calmado) Era La Sucia, Lola, La Sucia…
LOLA: Si ya le oí que era La Sucia… ¿Pero
y como jue que le salió?
CHILO: ¡Yo no sé!, yo venía siguiendo a
la niña con que me mandó a llamar, y de repente, que se aparece La Sucia.
LOLA: Oy, ¿Cuál niña, usté?
CHILO: ¿Cómo que cuál niña? La niña con
que me mando a llamar.
LOLA: Pero si yo no le he mandado a
llamar. ¿Además, como se le ocurre que vu´a mandar una niña a estas horas?
CHILO: ¿Cómo? ¿Entonces usté no me mandó
a llamar?
LOLA: ¡Qué no, le digo! Yo me comí unos
chicharrones que encontré debajo´e la cama y me acosté a dormir.
CHILO: Hijole, manó, entonces ¿Qué
serilla? Yo le juró qui´una niña llegó de parte suya a buscarme, y me dijo qui´usté
me llamaba, que me viniera luego.
LOLA: Bueno, pues, ya´stuvo, póngase
trancuilo, que y´astuvo.
CHILO: ¿Sí, verdá? Ya´stuvo.
LOLA: Sí, mi aguacatito… ya´stuvo.
CHILO: ¡Ay, Dios millo!, ¡qué susto!, mi
elotito.
LOLA: Bueno, ¿pero no l´izo nada? (comienza a revisarlo.)
CHILO: No creo, pero revíseme, revíseme
bien.
LOLA: Pues no, parece que no, gracias a
Dios. (Ve el collar que Chilo trae puesto.)
¿Oy usté? ¿Y qui´anda haciendo usté con mi collar?
CHILO: ¿Cu…? ¿Cu…? ¿Cuál collar?
LOLA: Con el collar qui´usté mismo me
regaló. ¿Cómo es que lo anda guindado?
CHILO: ¿El collar? ¿Qué como…? Eh… Ah, sí,
ya me acuerdo, me lo encontré allá ajuera cuando m´iba p´al trabajo, pero como
y´era tarde me lo llevé pa´no atrasarme más. Sí, eso jué…
LOLA: ¿Y me va decir que ahí lo anduvo
colgado todo el día?
CHILO: Pues no me acuerdo…
LOLA: ¿Ah, no se acuerda? (Se encamina a traer la escoba.) A ver
le ayudo yo a acordarse.
CHILO: ¿Cómo me va ayudar?
LOLA: Pues sí, yo le apuesto que usté
andaba en alguna picardilla, y si La Sucia no l´izo nada, yo sí lo v´ua
descomponer.
CHILO. No, Lola, ¡con la escoba, no!
LOLA: ¿Cómo que no? (Comienza a tirarle escobazos a diestra y siniestra.) Venga pa´aca,
pícaro, no me huiga.
CHILO: (Corriendo.) No, Lola, no, que yo n´uice nada. (Sale.)
LOLA: (Saliendo detrás de Chilo.) Yo le v´ua enseñar a respetar a su
mujer, no me huiga, le digo.
La
Sucia regresa entre el público, riéndose a carcajadas, mostrando la teta y
gritando.
LA SUCIA: Tomen su teta, tomen su teta,
tomen su teta (Sube al escenario y sale.)
EPÍLOGO
Entran
Joche y Manuel.
JOCHE: Pucha, compadre, ¿No sestá
inventando usté todo eso?
MANUEL: Le juro que toditito es cierto,
veya, punto por punto.
JOCHE: O sea que usté dice, que si a uno
no lo friega La Sucia, lo friega la mujer.
MANUEL: Esaitamente.
JOCHE: Oiga ¿Y cómo es que usté sabe
tanto de eso? ¿No será que jue a usté al que lo cachimbió su mujer?
MANUEL: No, compadre, no se vaya usté engañar. Mire, yo le
doy fe, que no ha nacido la mujer que me ponga una mano encima.
JOCHE: Pues por lo menos, le v´ua decir
que ya me puso usté a pensar.
MANUEL: No, pues sí, par´eso es que le
conté como jué la cosa, pa´ que lo piense. Ya para convencerse, solo usté
solito se puede convencer.
JOCHE: Vaya pues, gracias compadre, ai perdone,
pero ya me tengo qu´ir.
MANUEL: (Mientras sale Joche.) Bueno, que le vaya bien, compadre. (Pausa. Al público.) Y ustedes qu´están ai trancuilos, pues tal vez
algo aprienden, y no les vaya a pasar como a yo. (Pausa.) Digo… como a Chilo, como a Chilo. ¡Ah! y por cierto, no
vayan a creer que somos tan brutos, lojotros ya sabemos que la luna, ni es de
queso ni de algodón, eso solo lo dije pa´que se rieran un poquito. Ai los vemos. (Sale.)
FIN
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