jueves, 4 de mayo de 2023

¡ESO A MÍ NO ME TOCA! (TEXTO)

 


¡Eso a mí no me toca!

 

 

 

Comedia dramática en un acto

 

 

 

 

Escrita Por:

FELIPE ACOSTA

 

 

 

 

Tegucigalpa M.D.C., Honduras C.A.

Septiembre, 2007

 

 

 

Todos los derechos reservados

Se prohíbe su reproducción en cualquier forma, así como el montaje para representaciones públicas o privadas con fines comerciales,  sin el permiso por escrito del autor.

 


 

 

¡Eso a mí no me toca!

 

Estrenada el 23 de julio del 2008 por el Grupo Teatral La Cascada, del Instituto Pedro Nufio del Municipio de San Andrés, Lempira

 

Personajes y Elenco

(Por orden de aparición)

 

Miriam                                     Margarita Reyes

Patricio (Esposo de Miriam)         Rafael López T.

Leoncio (Hijo de Miriam y Patricio)             Crístofer Pineda

María (Hija de Miriam y Patricio)     Alejandra A. Sánchez

Alumna de la Escuela             Lorena Sarahí Cortés

Alumna de la Escuela             Ruth Nohemí Vásquez

Alumna de la Escuela             María I. Carabantes

Alumno de la Escuela                         Carlos F. Rodríguez

Bartolomé, Alumno                 Omar Vásquez

Domitila, Alumna                    Jesenia Ondina Pineda

KARINA, Alumna                    Keidy Betzabé Vásquez

Profesora Daisy                                  María Carmelita Cortés

Director de la Escuela                        Dennis Rolando Cortés

Moncha (Abuela, Madre de Patricio)           Mercedes Cortés

Chendo (Abuelo, Padre de Patricio)            Grebis Vásquez

 

 

Registrada en la oficina Administrativa de derechos de autor y de los derechos conexos (Dirección General de Propiedad Intelectual), del Instituto de la Propiedad, bajo el Número 1060, Tomo 6 Folio 275, Resolución No.527/2009.

 


Escena I

(En la casa de Miriam y Patricio)

 

Al fondo hay una mesa con una cubierta simulando una hornilla o estufa de leña, y dos bancas es la cocina/sala/ comedor de una casa de campesinos.  Comienza música costumbrista en marimba (El Zopilote.), de un costado sale Miriam, está contenta.

 

MIRIAM: (Entrando desde el dormitorio.) ¡Leoncio, María!... ¡apúrense para que se bañen y se vayan a la escuela! (Llega hasta la hornilla, sopla al fuego... En el transcurso de la escena va a “echar” algunas tortillas y preparará la burra que Patricio su marido llevará al campo.) Lo único malo del invierno es que la leña se pone húmeda... Bueno pero ya está el cafecito... ¡Leoncio María...! ¡¿Ya se bañaron?! ¡Qué chinos estos!  (Cantando, al mismo tiempo que entra Patricio.) De onde venís, zopilote...

 

PATRICIO: Del cuarto, pues...

 

MIRIAM: ¿Cómo?

 

PATRICIO: Que vengo del cuarto, te digo

 

MIRIAM: Ahh... Yo le preguntaba al zopilote... pero es casi lo mismo...

 

PATRICIO: ¿Qué decís?

 

MIRIAM: No, nada... No me hagás caso.

 

PATRICIO: Bueno... ¿Ya está el café, mi amorcito?

 

MIRIAM: Sí, ya está mi amor...

 

PATRICIO: Servime una tacita que ya me tengo que ir “pa” la milpa. (Recoge el machete y el azadón y se pone a sacarles filo en una de las bancas.)

 

MIRIAM: Vaya... ¡Aquí está!

 

PATRICIO: Allí ponémelo. (Miriam coloca la taza en la banca al lado de Patricio, y vuelve a cantar.)

 

MIRIAM: Onde venís zopilote... con el pico amarillando, con el pico amarillando...

 

PATRICIO: Vengo de San Rafael... de comerme un par de burros, uno flaco y otro gordo...

 

MIRIAM: Patricio, mirá que esos cipotes no se levantan...

 

PATRICIO: ¿Y por qué no los vas a levantar, pues?

 

MIRIAM: ¿Y no ves que estoy ocupada? ¿O es que no querés llevar burra al monte?

 

PATRICIO: ¡Uy, cómo que no!

 

MIRIAM: Entonces andá vos a levantarlos, pues.

 

PATRICIO: ¿Y no ves que yo también estoy ocupado?

 

MIRIAM: Bueno sí, pero yo estoy más ocupada que vos... ¡Andá, hombre!

 

PATRICIO: Tá bueno, pues... aí voy (Sale hacia el dormitorio. Desde afuera.) ¡Oy, chinos! ¡Que dice su nana que se levanten! (Regresa. A Miriam.) ¡Ya!

 

MIRIAM: ¿Ya qué?

 

PATRICIO: Ya les dije.

 

MIRIAM: ¿Y ya se levantaron?

 

PATRICIO: ¡No!

 

MIRIAM: ¿Y entonces?

 

PATRICIO: ¿Entonces qué?

 

MIRIAM: ¡Andá y los levantas, pues!, y los mandás a bañarse.

 

PATRICIO: ¿Y yo por qué?

 

MIRIAM: ¿Cómo que por qué? Pues porque da la casualidad que vos sos el tata. ¡Por eso!

 

PATRICIO: Bueno, sí, pero eso de lidiar con los cipotes no me toca a mí.

 

MIRIAM: ¿Cómo decís?

 

PATRICIO: Que vaya usted... que yo tengo que afilar el machete.

 

MIRIAM: Y yo le voy a terminar de hacer la burra, y tengo que echar 200 tortillas que me encargó doña Matilde para unos almuerzos.

 

PATRICIO: Bueno, sí, pero es que eso de los cipotes es chamba tuya.

 

MIRIAM: ¡Pero nada te cuesta ayudar un poco, caramba! Pucha, yo estoy levantada desde hace rato, mirá todo lo que he hecho, y vos apenas te levantás. ¡Andá! ¡No me hagás enojar!

 

PATRICIO: ¡Enojada ya estás!

 

MIRIAM: Pues no me hagás enojar más.

 

PATRICIO: ¡Ai voy pues! (Se levanta y se va al dormitorio.) (Desde afuera.) ¡Oy, chinos hijos de su madre! ¡Levántense ya!

 

MARÍA: (Desde afuera.) ¡Ya va!

 

PATRICIO: (Desde afuera.) Ahorita mismo... que su nana está que parece chinche de brava.

 

LEONCIO: (Desde afuera.) Un ratito más apá.

 

PATRICIO: ¡Nada de un ratito! Ya los voy a fajear. (Suena un fajazo en el piso. Los niños entran corriendo en payama, atrás viene Patricio con la faja en la mano.) Apúrense a tomar café para que se vayan a la escuela. ¡Vaya, aquí están!

 

MIRIAM: ¡¿Y todavía no se han bañado?!

 

MARÍA: ¡Ay, mamá!

 

LEONCIO: Yo tengo sueño...

 

MIRIAM: ¡Pues el baño les va a quitar el sueño!

 

MARÍA: Dénos primero una taza de café.

 

MIRIAM: Siempre es lo mismo. (Sirve dos tazas de café.) ¿Cuántos días tienen de no bañarse?

 

MARÍA: Sólo ayer no nos bañamos amá.

 

MIRIAM: Hay que bañarse todos los días. ¿No les han enseñado eso en la escuela?

 

LEONCIO: ¿Y por qué mi apá casi nunca se baña?

 

MIRIAM: Bueno, eso no es problema suyo.

 

PATRICIO: Yo no me puedo bañar seguido porque el doctor me dijo que me podía hacer daño.

 

MIRIAM: ¿Qué daño te va a hacer? Eso sólo fue cuando te enfermaste del pecho. Uno más bien se tiene que bañar todos los días para no enfermarse. (A Patricio.) ¡Vos también te deberías de ir a bañar antes de irte!

 

PATRICIO: No ves que ya es tarde, ya me deben estar esperando. ¡Apurate con la burra!

 

MIRIAM: Para hartarte sí sos bueno. (A los niños.) Y ustedes vayan a ponerse el uniforme que van a llegar tarde a la escuela. (Leoncio y María se van al cuarto. A Patricio.) ¡Púchica! No sólo no ayudas, sino que además no les das buen ejemplo a los chinos.

 

PATRICIO: Ve... pareso me penqueo trabajando, no podés decir que paso de balde.

 

MIRIAM: ¿Y qu´és lo que yo hago pues? ¿No me penqueo yo también?

 

PATRICIO: A pero vos te la pasas sólo aquí en la casa. A vos te toca atender a los cipotes.

 

MIRIAM: ¿Sabés qué?

 

PATRICIO: ¿Qué?

 

MIRIAM: Que por estar discutiendo con vos, no voy a terminar las tortillas y después no me van a volver a encargar. Mejor tomá tu burra y te vas de una vez. (Le entrega la burra envuelta en una manta.)

 

PATRICIO: Vaya, pues. Pero dame un besito también, no seas tan arrecha.

 

MIRIAM: Qué besito ni qué ocho cuartos. Cuando te bañés te voy a dar un besito.

 

PATRICIO: ¡Papo, mano! Ai te voy a traer chichimora,  oís...

 

MIRIAM: Vaya, hombre, no me atrasés. (Patricio sale. Grita hacia el dormitorio. Sale en esa dirección.) ¡Leoncio, María! ¡Apúrense que van a llegar tarde a la escuela!

 

Escena II

(En el Patio de la Escuela)

 

(Comienza música infantil... entran dos grupos de niñas, uno  jugando con una cuerda de saltar, y otro jugando a “no decir el OCHO”. Simultáneamente Miriam retira las bancas y el cobertor que transforma una mesa en la hornilla. María se acerca a las niñas de la cuerda, las ve jugar un momento y se mete a saltar. Una de las niñas la saca del juego.)

 

NIÑA 1: Hey, vos, a vos no te hemos invitado a jugar, así que no te metás. (María se hace a un lado. Reanudan el juego y María vuelve a meterse.) Hey, ya te dije que no queremos que vos jugués con nosotras.

 

MARÍA: ¿Y por qué no puedo jugar?

 

NIÑA 2: ¡Porque no!

 

MARÍA: ¡Ve, pero y si yo quiero jugar!

 

NIÑA 1: ¡No molestés!

 

MARÍA: Yo no estoy molestando, sólo quiero jugar.

 

NIÑA 2: Ya te dijimos que no. ¡Piojosa! (Cuando la niña se da vuelta, María la empuja. Varias de las niñas corren a pegarle a María, pero ella escapa. Las niñas continúan su juego.)

 

(María reaparece al otro extremo del escenario frente a las niñas que juegan el “OCHO”, las observa un instante hasta que finalmente se les acerca.)

 

MARÍA: ¿Puedo jugar con ustedes?

 

Karina: ¡No!

 

MARÍA: Vaya... sí, déjenme jugar.

 

Karina: ¡No, ya te dijimos que no! (Se apartan.)

 

MARÍA: Vaya, déjenme jugar con ustedes.

 

NIÑA: ¡¿Pucha vos no entendés?! ¡Andate! (María le jala el pelo a una de las niñas y sale corriendo. Las dos niñas la persiguen y salen del escenario.)

 

(Entran tres niños jugando con una pelota de fútbol, manteniéndola en el aire con golpes con la rodilla. Van contando el número de golpes antes de dejar caer la pelota. Cuando uno pierde inicia el otro. Leoncio se les acerca y los observa.)

 

LEONCIO: ¿Me dejan jugar?

 

NIÑO: ¡No!

 

LEONCIO: Yo puedo más que ustedes. ¿Les enseño?

 

BARTOLOMÉ: ¡Que no, hombre, no molestés! (Continúan el juego.)

 

LEONCIO: (Toma la pelota y comienza a hacer técnicas.) Miren ve...

 

NIÑO: ¡Echá la pelota, vos!

 

LEONCIO: Perate, vos...

 

BARTOLOMÉ: (Empujando a Leoncio.) ¡Vaya, vos, “Pata Juca”!

 

(Leoncio agarra la pelota y sale corriendo los niños lo persiguen y salen. Suena la campana llamando a clase.)

 

Escena III

(En el Aula de Clase)

 

(Los niños y niñas entran al aula de clase. Colocan el escritorio de la maestra y tres bancas. Mientras están a solas platican entre ellos, todos al mismo tiempo. Al cabo de un momento entra la profesora Daysi.)

 

PROFESORA DAYSI: (Entrando.) ¡Buenos días! ¡Buenos días!

 

TODOS: (Se sientan en sus respectivos asientos.) ¡Buenos días profesora!

 

PROFESORA: (Los observa.) Qué bueno verlos a todos temprano, bien bañaditos y peinaditos.

 

BARTOLOMÉ: ¡Je! (Mientras la maestra habla, Leoncio y Bartolomé que comparten la banca comienzan a discutir y de vez en cuando a tirarse manotadas retándose a pelear.)

 

PROFESORA: Vamos a pasar lista. Domitila Pineda

 

DOMITILA: ¡Presente!

 

PROFESORA: Karina Cortés

 

KARINA: ¡Presente!

 

PROFESORA: Felipe Sánchez

 

FELIPE: ¡Presente!

 

PROFESORA: Leoncio Díaz.... Leoncio, ¿qué es que no contesta?

 

LEONCIO: ¡Presente, profesora!

 

PROFESORA: ¡Esténse quietos ya! Bartolomé López

 

BARTOLOMÉ: ¡Presente!

 

PROFESORA: María Díaz

 

MARÍA: ¡Presente!

 

PROFESORA: Muy bien. Hoy vamos a ver un tema nuevo: La Flora. Saquen todos sus cuadernos. (Todos obedecen.) ¿Quién sabe lo que es la Flora?

 

DOMITILA: (Levanta la mano.) Son las flores profesora

 

PROFESORA: Si, eso es una parte de la flora. ¿Qué más? (Nadie contesta) Bueno en la flora están incluidas todas las plantas. Las flores, todos los árboles, las verduras que nos comemos. Vamos a estudiar primero la flora que encontramos en las áreas silvestres del departamento de Lempira. ¿A ver quién las recuerda?

 

MARÍA: (Levantando la mano.) Celaque.

 

PROFESORA: Bien

 

Felipe: Piedra Parada.

 

PROFESORA: No, Piedra Parada es un “monumento nacional” Lo vamos a ver en la clase de estudios sociales.

 

KARINA: Puca Opalaca

 

PROFESORA: Muy bien, ¿cual otra?

 

DOMITILA: El Merendón

 

PROFESORA: La Cordillera del Merendón... muy bien

 

MARÍA: El Congolón.

 

PROFESORA: Muy bien... (Comienza a escribir en el pizarrón.) Celaque, Puca Opalaca, Merendón, (Leoncio, que ha seguido peleando, empuja y bota a Bartolomé de sus asiento.) Congolón...

 

(Cuando Bartolomé cae al suelo todos los niños se ríen, la maestra se voltea.)

 

PROFESORA: Bueno y de que se ríen...  (A Leoncio y Bartolomé que se está levantando.) ¿Y ustedes porqué están peleando?

 

BARTOLOMÉ: Es que yo quiero que me cambie de asiento.

 

PROFESORA: No, no, no. siéntese allí. ¿Por qué se están peleando?

 

BARTOLOMÉ: Es que yo quiero que me cambie de asiento, profesora.

 

PROFESORA: A ver,  ¿y por qué?

 

BARTOLOMÉ: Es que a Leoncio le hieden las patas, profesora

 

PROFESORA: ¿Cuáles patas? Los pies...

 

BARTOLOMÉ: Bueno sí, pero le hieden.

 

LEONCIO: No, profesora, es mentira.

 

PROFESORA: A ver... Leoncio, ¡quítese las botas! (Todos los niños y niñas se levanta protestando. Leoncio comienza a quitarse una bota.) Uy, no, no, ¡póngasela!

 

BARTOLOMÉ: Ya ve que es cierto.

 

KARINA: ¡Que se siente con María, profe!

 

DOMITILA: Sí, profe, mire que María está toda piojosa.

 

MARÍA: Mentira, profe, yo no tengo piojos.

 

PROFESORA: (A María.) A ver, venga para acá.

 

MARÍA: No profe...

 

PROFESORA: ¡Que venga le digo! (María se acerca a la profesora, y ella le revisa la cabeza.) Pues sí que tiene piojos.

 

MARÍA: Usted es la piojosa.

 

PROFESORA: No sea malcriada.

 

MARÍA: Pues usted no sea mentirosa.

 

PROFESORA: María, no me falte el respeto. A ver los dos siéntense aquí enfrente. (María y Leoncio se sientan en la primera banca. El resto de los niños y niñas se sientan en las bancas de atrás.)

 

DOMITILA: Y mire que en patio se puso a pelear con nosotras.

 

MARÍA: Es que no me dejaban jugar con ellas.

 

PROFESORA: ¿Y por qué no la dejaban jugar?

 

KARINA: Por que nos va a pasar los piojos.

 

PROFESORA; Pues si, tienen razón.

 

MARÍA: ¡Yo no tengo piojos! Usted es la piojosa.

 

(Suena la campana indicando el recreo. Los niños y niñas se levantan.)

 

PROFESORA: ¡María y Leoncio, ustedes quédense! Los demás salgan al recreo. (Los niños y niñas hacen lo indicado por la profesora.) Me le van a llevar una nota a su mamá y a su papá. No es la primera vez que usted me falta el respeto. (Comienza a escribir en una hoja de papel.)

 

MARÍA: Es que yo no tengo piojos...

 

PROFESORA: A ver, ¿hace cuantos días que no se bañan?

 

MARÍA: Solo ayer y hoy...

 

PROFESORA: Díganme la verdad. (Pausa.) Bueno... ¿Se acuerdan que ya hemos estudiado los hábitos de higiene? (Leoncio y María afirman con la cabeza.) A ver... díganme algunos.

 

LEONCIO: Hay que lavarse las manos, antes de comer.

 

MARÍA: Y después de ir al baño.

 

PROFESORA; Muy bien, ¿qué más?

 

MARÍA: Hay que lavarse los dientes después de comer...

 

LEONCIO: Hay que cortarse las uñas.

 

PROFESORA: Ajá... (Pausa. Quedan callados y con la vista baja.) También hay que bañarse TODOS los días, hay que enjabonarse, ponerse champú; hay que secarse bien con una toalla limpia... ¿También saben eso, verdad? (Leoncio y María afirman con la cabeza.) Ven ustedes que su mamá y su papá se bañan todos los días.

 

LEONCIO: Mi amá sí, pero mi apá no. (Pausa.)

 

PROFESORA: Y... ¿Y entonces su mamá no los manda a bañarse a ustedes? (Leoncio y María afirman con la cabeza.) ¿Y porqué no le hacen caso? (Pausa.)

 

MARÍA: Es que mi amá me pone a ayudarle en la casa, y yo tengo que echar como 50 tortillas todos los días, y barrer y trapear, y lavar los trastos, y la ropa; y arreglar los cuartos... por eso a veces es que no me baño.

 

PROFESORA: ¿Tu mamá te pone a hacer todo eso? ¿De vez en cuando?

 

MARÍA: ¡Todos los días profe!

 

LEONCIO: ¡Mentira, profe! Sólo a veces le ayudamos. (Pausa.)

 

PROFESORA: Bueno... aquí está la nota. ¡No se la dejen de entregar! Que yo me voy a dar cuenta y va a ser peor. (Pausa.) Vaya... salgan a recreo.

 

(Los niños salen. La profesora toma sus cosas y sale. Transición musical. Patricio y Miriam reubican los muebles. María y Leoncio se ponen a jugar maules dentro de la casa. Miriam a echar tortillas y Patricio a remendar una hamaca.

 

Escena IV

(En la casa)

 

MIRIAM: ¡María, Leoncio! Ya dejen eso y se ponen a hacer las tareas.

 

MARÍA: En la noche las voy a hacer, amá.

 

MIRIAM: Hacelas ahorita que después te da sueño y no haces nada. Vaya, Leoncio, vos también.

 

LEONCIO: Yo ya las hice.

 

MIRIAM: A ver si es cierto, traeme el cuaderno. (Leoncio saca un cuaderno de su mochila y se lo muestra.) Aquí te falta, ponete a terminarla. (Miriam regresa a la hornilla. Leoncio pone a un lado el cuaderno y sigue jugando.) Bueno ¿y es que yo estoy hablando con las paredes? ¡Hagan caso!

 

MARÍA: ¡Ya vamos!

 

MIRIAM: Patricio, ¡Quitales esos maules!

 

PATRICIO: ¿Y yo por qué?

 

MIRIAM: ¡No empecés!

 

PATRICIO: ¡A ver chinos, " demen " esos maules!

 

LEONCIO: ¡No, apá! (María y Leoncio toman los maules y corretean para no dejárselos quitar.)

 

MARÍA: Espérese, apá.

 

PATRICIO: ¡Que me den esos maules les digo, si no quieren que les dé un par de fajazos! (Patricio les quita los maules y regresa a sentarse a repara la hamaca.)

 

MARÍA: Pucha, mano...

 

MIRIAM: Ya dejate de malcriadezas, ¡pónganse a hacer las tareas! (María y Leoncio se sientan a hacer las tareas en la sala.)

 

LEONCIO: (A María.) ¿Le diste el papel a mi amá?

 

MARÍA: Se me olvidó.

 

LEONCIO: Mejor dáselo, acordate de lo que dijo la profesora. Que si no, después nos va a regañar.

 

MARÍA: Pues si de todas formas mi amá nos va a regañar...

 

LEONCIO: Dáselo, te digo.

 

MARÍA: ¡Mamá! Aquí le mando este papel la profesora.

 

MIRIAM: Dáselo a tu papá. (María le entrega el papel a Patricio, este lo toma, lo ve, lo vuelve a doblar y lo pone a un lado) ¿Qué dice?

 

PATRICIO: ¿Qué cosa?

 

MIRIAM: Que ¿qué dice el papel?

 

PATRICIO: ¡Ah, yo no sé!

 

MIRIAM: ¡Leelo, pues!

 

PATRICIO: ¿Y yo por qué?

 

MIRIAM: No estás viendo que yo estoy ocupada. ¿O es que no quieren cenar?

 

PATRICIO: (Toma el papel y se levanta de mala gana) ¡Ahhhhhhh! A ver... ¡Ay hombre si es que son un montón de letras, si soló fueran unas cinco...!

 

MIRIAM: ¡Ya por Dios! Leé de una vez...

 

PATRICIO: Do, do... don... Pa, tri, patri, tripa, pa, pa-tri-cio, Don Patricio... A ve, si es para mi persona... Don Patricio, y, Do, do, ña, do-ña, mi, mi, mimi, doña mimí

 

MIRIAM: ¿Quién es esa Mimí, vos?

 

PATRICIO: Perate, hombre... Do-ña Mi-ri-am, Doña Miriam. Para vos es... tomá.

 

MIRIAM: Pero hombre, ¿no estás viendo que estoy echando las tortillas?

 

PATRICIO: Po-por, fa, fav, favor, por fa-vor, pre, pre-se, pre-si, pre-si-dente, presidente, ma, ma-ña, presidente... camapaña... No hombre esta papada es de política... Y nada que dan esos políticos... solo lo dejan esperando a uno.

 

MIRIAM: ¿Cómo va a ser de política? No creo yo que la profesora mande un papel de política.

 

PATRICIO: Pues si no ves que dice presidente y campaña...

 

MIRIAM: ¡Que inutilidad, Dios Mío! (Se limpia las manos en el delantal.) A ver, echa para acá. (Miriam lee el papel en silencio. Patricio regresa a lo de la hamaca) ¡Si serás chorompo, vos! Que política ni que ocho cuartos. Aquí dice: “DON PATRICIO Y DOÑA MIRIAM: POR FAVOR PRESENTARSE MAÑANA A PRIMERA HORA EN LA ESCUELA, PARA TRATAR ASUNTOS RELACIONADO CON SUS HIJOS. PROFESORA DAYSI.”

 

PATRICIO: O sea que tenés que ir a la escuela mañana.

 

MIRIAM: O sea que tenemos que ir nosotros dos a la escuela mañana.

 

PATRICIO: ¿Y yo para qué voy a ir? Si allí dice que son asuntos relacionados con los cipotes. O sea que son asuntos tuyos, no míos.

 

MIRIAM: Pero también dice: "Don Patricio y Doña Miriam". O sea que la profesora quiere que vayamos los dos.

 

PATRICIO: Pues está bueno que la profesora quiera, pero yo tengo que hacer lo que a mí me toca, o sea que tengo que ir a trabajar.

 

MIRIAM: ¿Y es que acaso yo no trabajo, pues? Vos creés que porque estoy aquí en la casa me quedo durmiendo.

 

PATRICIO: No, durmiendo no, pero al suave…

 

LEONCIO: Ya terminé la tarea, má. ¿Puedo ir a jugar?

 

MIRIAM: No, esperate. A ver, díganme. ¿Qué fue lo que hicieron?

 

LEONCIO: Yo nada.

 

MARÍA: Yo tampoco.

 

MIRIAM: Algo tuvieron que haber hecho, sino ¿por qué nos iba a mandar a llamar la profesora?

 

MARÍA: (Mientras está escribiendo en el cuaderno.) A saber…

 

MIRIAM: A ver dejá eso… volteame a ver y decime ¿qué fue lo que hicieron? (Pausa.)

 

MARÍA: Es que Leoncio empujó a un niño y lo botó al suelo.

 

MIRIAM: ¿Y eso por qué? (Silencio.) ¡Contestá Leoncio!

 

LEONCIO: Es que me dijo "Leoncio Patajuca"

 

PATRICIO: Miriam.

 

MIRIAM: Vos esperate ahorita. (A Leoncio.) Pues a lo mejor es que de verdad te yeden, como no te bajas esas botas de hule. A ver quitátelas. (Leoncio se las quita.) A papo, si ya merito te caen los zopilotes, igual que a tu tata.

 

PATRICIO: Mi amor.

 

MIRIAM: Que te esperés, te digo. Dejame averiguar qué fue lo que pasó.

 

LEONCIO: Y María le dijo piojosa a la profesora.

 

MARÍA: Es que ella me dijo piojosa a mí primero.

 

MIRIAM: Pues por gusto no debe haber sido. ¡Vení para acá!

 

MARÍA: ¡No, amá…!

 

MIRIAM: ¡Que vengás, te digo!

 

PATRICIO: ¡Oy, mi amorcito!

 

MIRIAM: ¡¿Qué diablos querés, hombre?!

 

PATRICIO: Que se están quemando las tortillas.

 

MIRIAM: (Corriendo a la hornilla.) ¡A la gran chucha! ¿Y es que no te podés mover?

 

PATRICIO: ¿Y es que acaso me toca a mi echar tortillas, pues?

 

MIRIAM: Lo que te va a tocar es comerte las tortillas quemadas. A ver María, dejame ver esa cabeza… (La revisa.) ¡Ave María! Si hasta parece que están de feria. ¡Qué barbaridad! Caminen los dos, ¡a bañarse! Y yo creo que ya no hay champú para matar los piojos. (Los niños salen al cuarto.)

 

PATRICIO: Pero allí hay un bote de gas…

 

MIRIAM: ¿Cómo creés que le voy a echar gas a la cipota?

 

PATRICIO: ¿Y qué tiene, pues?  Eso es lo que me echaba mi apá para quitármelos a mí.

 

MIRIAM: Y de seguro después te encendía un fosforo.

 

PATRICIO: No, eso no. Que yo me acuerde, no.

 

MIRIAM: Dios mío, a lo mejor por eso es que te quedaste tan bruto. Andá a la pulpería y comprás un botecito.

 

PATRICIO: Perate, ya voy a ir.

 

MIRIAM: O vas ahorita mismo, o te quedás sin comer. Y apurate para que vos también te vengás a bañar.

 

PATRICIO: ¿Y yo por qué?

 

MIRIAM: Porque si no, vas a ir a dormir al corredor. 

 

PATRICIO: A la chucha, qué arrechura, te voy a traer unos confitillos para que te endulces.

 

MIRIAM: ¡Apurate, hombre! (Patricio sale a la calle. Saliendo hacia el dormitorio.) A ver chinos… dejen de jugar, ¡vamos a bañarse!

 

(Música de transición. Se coloca el escritorio del director en lugar del fogón. Entra el Director.)

 

Escena V

(En la Dirección de la Escuela)

 

(El director está solo revisando los cuadros de calificaciones.)

 

DIRECTOR: Cuarto grado… Estudios sociales…  13 aplazados. Ciencias Naturales… 10 aplazados. Matemáticas… 18 aplazados… Vaya, en español solo 5 aplazados. (Pausa. Cambia a otro cuadro.) Quinto grado… 6 aplazados en Estudios, 5 en ciencias, 8 en matemáticas… y… ¡Qué barbaridad! 18 en español. (Tocan la puerta.) ¡Adelante!

 

PROFESORA: Buenos días, profesor.

 

DIRECTOR: Buenos días, pase adelante profesora, siéntese… dígame.

 

PROFESORA: ¿Se acuerda que ayer le platiqué del caso de los hermanos María y Leoncio?

 

DIRECTOR: Sí, claro, perdone que no pudimos terminar la plática, pero es que tenía que llegar a la reunión con la gente del ministerio.

 

PROFESORA: Sí, no se preocupe.

 

DIRECTOR: Es terrible esa niña ¿verdad? La profesora Migdalia también tuvo que batallar con ella el año pasado.

 

PROFESORA: Si, hay veces que ya no hallo que hacer con ella. Falla mucho en las tareas, ayer andaba toda piojosita, y tiene problemas de conducta. Como le expliqué ayer, su falta de respeto creo que merece una expulsión.

 

DIRECTOR: Sí, puede ser, pero primero quiero que platiquemos con los papás, no quisiera tomar una decisión sin hablar con ellos. ¿A qué hora quedaron de venir?

 

PROFESORA: Pues yo solo les mandé decir que a primera hora, así que espero que no tarden.

 

DIRECTOR: Ojalá que vengan los dos. Casi siempre vienen las mamás solas, y por lo que me contó parece que en este caso como que el papá es un poco descuidado.

 

PROFESORA: Pues tampoco podría asegurarlo, ya ve que María dice que la mamá la pone a hacer mucho trabajo de la casa, pero Leoncio dice que no es cierto.

 

DIRECTOR: Bueno, pues dentro de poco vamos a averiguarlo. (Tocan a la puerta.) Tal vez son ellos. (El director se levanta y va a abrir la puerta.) ¡Buenos días, pasen adelante! (Entran Miriam y Patricio.)

 

MIRIAM: Buenos días… Buenos días profesora.

 

PROFESORA: Buenos días, doña Miriam, don Patricio.

 

PATRICIO: Buenos días.

 

DIRECTOR: ¿Cómo ha estado, don Patricio? ¿Ya conocía la escuela?

 

PATRICIO: Si ya había venido, una vez que vine a hacer unos remienditos…

 

DIRECTOR: Muy bien, siéntense por favor. (El director acomoda las dos bancas y se sientan los cuatro.) Bueno, me imagino que ya deben saber porqué la profesora les pidió que vinieran…  (Pausa.)

 

MIRIAM: Pues no, no sabemos…

 

DIRECTOR: Ajá. ¿No les dijeron nada los muchachos?

 

MIRIAM: Bueno algo, que los regañaron…

 

DIRECTOR: ¿Y no les contaron por qué?

 

PATRICIO: Dijo el niño, que unos compañeritos le dijeron "Leoncio Patasjucas", y que entonces se pelearon.

 

DIRECTOR: Esa es una parte del problema. ¿Y la niña les dijo algo?

 

PATRICIO: Mire, yo es que la verdad, no me gusta entrometerme en esas cosas, yo pienso que Miriam es la que se encarga de las cosas de ellos. Porque como yo paso todo el día en el campo ¿verdad?

 

DIRECTOR: Ya… Entonces a usted, doña Miriam ¿Le dijo algo María?

 

MIRIAM: Bueno algo, es que yo ayer en la tarde tenía un encargo de unas tortillas, así que después de que se bañaron casi no pude platicar con ellos.

 

DIRECTOR: Ya... le voy a ceder la palabra a la profesora Daisy para que les explique lo que sucedió. Profesora.

 

PROFESORA: Gracias profesor. Antes de entrar a clases tanto María como Leoncio estuvieron peleando con algunos niños y niñas porque no los dejaban jugar con ellos. Ya estando en clase, Leoncio siguió peleando con uno de sus compañeros, así que les llamé la atención.

 

PATRICIO: Allí es cuando le dijeron “Patasjucas”

 

PROFESORA: Exacto. Y también dijeron que María tenía piojos.

 

MIRIAM: Sí, es cierto. Yo la revisé y ayer mismo le compré un champú y la deje bien aseadita del pelo.

 

PROFESORA: Pues eso está muy bien. Los dos estaban en realidad muy desaseados, y eso hace que el resto de compañeritos no quieran jugar con ellos.

 

MIRIAM: Si, yo entiendo y de verdad que me da pena.

 

PROFESORA: Otra cosa es que cuando yo le revisé la cabeza ella se portó muy malcriada conmigo. Y ustedes deben comprender que los niños y las niñas deben aprender a comportarse y a respetar, no solo a sus padres, sino a las maestras y los maestros y a todas las personas mayores

 

MIRIAM: Sí, claro.

 

DIRECTOR: ¿Ustedes vinieron a la primera reunión de padres de familia cuando iniciaron las clases?

 

MIRIAM: No, maestro, yo no pude venir, ese día tenía que lavar un montón de ropa de la gente de la brigada que vino al pueblo. ¿Se acuerda?

 

DIRECTOR: Sí, sí me acuerdo.

 

MIRIAM: Pues fue por eso que yo no vine.

 

DIRECTOR: Y Don Patricio, ¿porqué no vino usted?

 

PATRICIO: Pues yo no me acuerdo que día fue. Pero es que yo salgo siempre a trabajar al campo.

 

DIRECTOR: Pues eso está bien, yo entiendo que es necesario, pero también es muy importante atender los asuntos de sus hijos.

 

PATRICIO: Es que de esas cosas yo creo que es la mamá la que los debe atender.

 

DIRECTOR: Bueno, pero si la mamá también está trabajando; pues uno de papá debe ayudar. Fíjese que ese día entregamos una copia del reglamento a cada padre y madre de familia, (El director se levanta a traer una copia de su escritorio.)  Me imagino que ustedes no lo tienen

 

MIRIAM: No.

 

DIRECTOR: Aquí tengo una copia... (Le entrega la copia a Patricio.) A ver Don Patricio, lea por favor el artículo número diez. (Patricio toma el reglamento, lo observa un momento, ve a Miriam y nuevamente el reglamento.)

 

PATRICIO: Ajá...

 

DIRECTOR: Léalo en voz alta, por favor.

 

PATRICIO: (Se rasca la cabeza) Re... re... gla... regla... men... to... re-gla-men-to... (El director y la maestra se ven el uno al otro.)

 

DIRECTOR: Lea el artículo número diez.

 

PATRICIO: (Lo busca sin encontrarlo.) Diez... (Le pasa el reglamento a Miriam.) leélo vos Miriam, es que yo no traje los anteojos...

 

MIRIAM: Pues si vos no tenés anteojos. ¿Cómo los vas a traer?

 

PATRICIO: ¡Leélo vos, te digo!

 

MIRIAM: A ver... “Diez. Son obligaciones de los alumnos y las alumnas del centro escolar:

1.    Presentarse puntualmente a la hora del inicio de clases.

2.    Presentarse limpios.

3.    Traer  su uniforme completo.

4.    Traer sus útiles escolares limpios y en orden

5.    Mantener un trato respetuoso hacia sus compañeros y maestros.”

 

DIRECTOR: Muy bien... (Miriam le ofrece de regreso el reglamento.) No, lleven esa copia a su casa y lo leen por favor, así pueden ustedes estar enterados de todos los derechos y deberes que tienen en la escuela.

 

MIRIAM: Gracias.

 

DIRECTOR: Por nada. En el artículo 24 están establecidas las sanciones que deben aplicarse cuando uno de los alumnos o alumnas faltan a sus deberes; y en este caso, como anteriormente ya se le ha llamado la atención varias veces, pues yo me veo obligado a suspender a María de clases por una semana.

 

MIRIAM: ¿Cómo así?

 

DIRECTOR: Ella no podrá venir a clases durante 5 días, a partir de hoy.

 

PATRICIO: ¿Cinco días?

 

DIRECTOR: Así es. Si vuelve a cometer una falta, sería expulsada por quince días, y si reincide podría ser expulsada por todo el año.

 

MIRIAM: Viera que para mí es un problema que esta niña no venga a clases, paso bien ocupada...

 

PROFESORA: María dice que a veces no le queda tiempo de bañarse porque usted la pone a trabajar mucho.

 

MIRIAM: ¿Yo?

 

PROFESORA: Si.

 

MIRIAM: Bueno, a veces la pongo a que me ayude, pero yo más bien le digo que primero haga sus tareas. Y me ayuda en cosas pocas, lo que hace cualquier niña, para que aprenda las cosas de la casa. ¿Eso tiene algo de malo?

 

PROFESORA: No, claro que no, eso es necesario. Pero parece que la niña nos ha estado engañando a las dos.

 

MIRIAM: En la mañana es pleito para que se levanten, por eso es que no se bañan. Y aunque yo me levanto oscuro, me toca echar hasta 200 tortillas para vender, y a veces se me va la hora en tanta ocupación.

 

DIRECTOR: Tal vez Don Patricio puede ayudar en las mañanas para que se bañen y se alisten para venir a la escuela.

 

PATRICIO: ¿Yo?

 

DIRECTOR: Sí, ¿Porqué no?

 

PATRICIO: Pues como le digo, es que a uno de hombre no le toca hacer esas cosas.

 

DIRECTOR: Yo creo que eso no tiene nada de malo. Al contrario.

 

PATRICIO: Yo los aconsejo...

 

DIRECTOR: Don Patricio, tome a bien esto que le voy a decir: Un buen ejemplo es cien veces mejor que un buen consejo. Los niños y las niñas aprenden más del comportamiento de sus padres que de las cosas que uno les dice. Y por mucho que nosotros tratemos de enseñarles buenas costumbres en la escuela, ellos no las van aprender si no ven buenas costumbres en sus propias casas.

 

MIRIAM: Ves que te dije... Yo le he dicho pero es que este hombre es burro.

 

DIRECTOR: A propósito, don Patricio, ahora estamos en matrícula para alfabetizar adultos. ¿Usted hasta que grado hizo en la escuela?

 

PATRICIO: Solo empecé el tercero, pero es que la escuela no me gustaba...

 

DIRECTOR: Piense que nunca es tarde para aprender, sería bueno que usted asistiera a clase en la noche, ese sería un muy buen ejemplo. Estoy seguro que sus hijos se sentirían más motivados si vieran que usted también se preocupa por aprender. Y a usted le va a servir de mucho.

 

PATRICIO: No sé, yo...

 

DIRECTOR: Ahorita no tengo aquí los formularios, pero le prometo que voy a pasar en la tarde por su casa para llevarle uno, y explicarle todo lo de los días y horarios de clase. ¿Le parece?

 

PATRICIO: Bueno...

 

DIRECTOR: Muy bien, ahora me disculpan, pero nosotros necesitamos volver a las aulas, no podemos dejar a los niños solos mucho tiempo. (El director se pone de pie. Luego lo hacen la maestra Miriam y Patricio.) Profesora, llame a María para se vaya con ellos. (A Miriam y Patricio.) Y me la mandan a clase la otra semana.

 

PROFESORA: Como no, profesor. Con permiso. (La profesora sale.)

 

DIRECTOR: Bueno, Don Patricio, Doña Miriam... me alegro que hayan venido los dos. Es importante que hablen con los niños, especialmente con María. Lean por favor el reglamento, y si tienen alguna duda vienen a hablar conmigo, que con mucho gusto los voy a atender.

 

MIRIAM: Sí, profesor.

 

DIRECTOR: Y bueno Don Patricio, recuerde que tiene que echarle la mano a su esposa en la crianza de los niños. Y espero verlos juntos en la próxima reunión de padres de familia.

 

PATRICIO: Con tal que tenga tiempo...

 

DIRECTOR: Hay que hacer tiempo, siempre hay que hacer tiempo para los hijos. ¿Sí? Que pasen un buen día. (El director les da la mano a ambos)

 

MIRIAM: Buenos días, y disculpe en haberlos molestado.

 

DIRECTOR: No se preocupe que así es esto. Estamos para servirles.

 

PATRICIO: Mucho gusto.

 

DIRECTOR: Igual, igual.  Los acompaño a la salida. (Todos salen)

 

Escena VI

 (En la casa)

 

(Transición musical, Miriam acomoda la hornilla y los muebles.)

 

MIRIAM: ¡María! Vení para acá, que no estás de vacaciones.

 

MARÍA: ¿Qué fue, amá?

 

MIRIAM: ¡Qué fue! ¿Así se contesta?

 

MARÍA: Mande, amá.

 

MIRIAM: Ahora que no vas a ir a la escuela estos días, sí me vas a tener que ayudar de verdad en las cosas de la casa. Para que aprendás a no andar diciendo mentiras.

 

MARÍA: ¡Yo no he dicho mentiras!

 

MIRIAM: Claro que sí. ¿Como te ponés a decirle a la profesora que no te queda tiempo de bañarte porque yo te pongo a trabajar un montón?

 

MARÍA: ¿Y no es cierto, pues?

 

MIRIAM: ¡No, no es cierto! No te bañás porque te cuesta levantarte. Y antes de ponerte a que me ayudés, siempre te mando a hacer las tareas.

 

PATRICIO: (Entra cargando provisiones en una bolsa/saco.) Aquí están las cosas que me encargaste.

 

MIRIAM: Púchica, te llevaste toda la mañana en comprar eso.

 

PATRICIO: Ah, es que me encontré con Miguel y nos pusimos a platicar.

 

MIRIAM: ¡Qué barbaridad!

 

PATRICIO: ¿Y para que me mandás a mí, pues?

 

MIRIAM: Porque yo tenía que ir a ayudarle a doña Matilde a aliñar unos almuerzos. María, agarrá una escoba y un sacudidor y me limpiás bien tu cuarto.

 

MARÍA: ¡Ay, amá!

 

MIRIAM: ¡Ay, amá nada! Apurate.

 

PATRICIO: Yo estaba pensando que más bien deberíamos de sacar a esta cipota de la escuela. Para que aprienda.

 

MIRIAM: ¡No te digo! En vez de ir para adelante, vos querés ir para atrás.

 

MARÍA: ¿Quiere que me quede cabeza hueca como usted?

 

PATRICIO: ¡Ve que china más malcriada! Que bien que me penqueo todo el día para que ustedes tengan que comer. Hacele caso a tu mamá, y ponete a limpiar el cuarto. (María sale con la escoba para el cuarto.)

 

MIRIAM: ¡Vaya hombre, te felicito! Ya ves que nada te cuesta colaborar conmigo en poner en juicio a los chinos. Ahora andá a bañarte para que les des el buen ejemplo.

 

PATRICIO: Perate que me refresque, que vengo sudando.

 

MIRIAM: ¡Ay! Yo no sé si vos tenés compostura. Pero yo también he estado pensando...

 

PATRICIO: ¿Qué cosa?

 

MIRIAM: Que si vos no te decidís a ayudarme, yo creo que mejor nos vamos a dejar.

 

PATRICIO: ¿Cómo que nos vamos a dejar?

 

MIRIAM: La verdad es que sí. Galán que yo estoy trabajando para ganar dinero para los gastos de la casa, y vos no querés ayudar aquí. Y encima tengo que estarte aguando el tufo.

 

PATRICIO: Pues hay vete para donde te “vasir”.

 

MIRIAM: Ni soñés... qu´el que se va ir sos vos.

 

PATRICIO: Soñando estarás vos... “A yo” de aquí no me mueven ni con un tractor. (Se sienta.)

 

(Tocan a la puerta. Miriam va a abrirla.)

 

MIRIAM: Ya vamos a ver...

 

ABUELA: ¡Buenas tardes!

 

ABUELO: ¡Hola!

 

MIRIAM: Buenas, ¿cómo está doña Moncha? ¿Qué tal, don Chendo?

 

ABUELA: Bien, mija, aquí andamos todavía... (Patricio se queda sentado. La abuela se le acerca.) ¡Bueno, vos, ¿y quesque no te levantás a saludar?!

 

PATRICIO: (Se levanta.) ¡Buenas, amá!

 

ABUELA: ¡Buenas, amá!

 

PATRICIO: Buenas, apá.

 

ABUELO: Buenas, tardes mijo.

 

MIRIAM: Descansen, ¿quieren un cafecito?

 

ABUELA: No gracias, no te molestés, si andamos a la carrera.

 

ABUELO: No, yo sí quiero.

 

MIRIAM: Vaya... ya se lo pongo a hacer. (Miriam comienza a atizar el fuego.)

 

ABUELA: ¿Y hasta ahora estás atizando el fuego?

 

MIRIAM: Qué va. Hoy tuve que madrugar más que otros días para entregar las tortillas de encargo. Porque tuvimos que ir a la escuela. Y después me fui a ayudarle a doña Matilde.

 

ABUELA: (A Patricio.) ¿Y vos quesque no fuiste a trabajar?

 

PATRICIO: Por eso mismo, que Miriam me hizo perder el tiempo en ir a la escuela. Y después me mandó a comprar cosas para la casa.

 

MIRIAM: ¿Y es que prestarle atención a tus hijos es perder el tiempo?

 

ABUELA: ¿Y a qué fueron a la escuela?

 

MIRIAM: Que nos mandaron a llamar porque los chinos se han estado portando mal.

 

ABUELA: ¿Ah, sí? ¿Y eso?

 

MIRIAM: Pues si es que llegaron a la escuela sin bañarse...

 

PATRICIO: “Patasjucas” le dijeron a Leoncio.

 

MIRIAM: Y María andaba con piojos en la cabeza.

 

ABUELA: ¡Caramba! ¿Y que es que no mandan a bañarse a los chinos todos los días?

 

MIRIAM: Es un pleito todos los días. Yo madrugo a moler, y a veces se me va la hora. Y Patricio no quiere ayudarme ni a levantarlos, que dice que es que eso no le toca a él.

 

PATRICIO: Pues, si es que no me toca a mí, pues.

 

MIRIAM: ¿Sabe que preguntó hoy Leoncio?

 

ABUELA: ¿Qué cosa?

 

MIRIAM: Que por qué su tata no se bañaba. Como yo le digo, no sólo no ayuda sino que ni siquiera les da buen ejemplo. Lo mismo le dijo el director. Pero este su hijo es un burro.

 

ABUELA: Ni me digás a mí, salió igual de puerco al viejo este. Bien dice el dicho que “lo que se hereda no se hurta”

 

ABUELO: ¡Bah!, ya te vas metiendo conmigo otra vez.

 

ABUELA: ¿Y no es cierto que vos solo te bañas a la muerte de un burro, pues?

 

ABUELO: Hasta en la semana santa me baño.

 

ABUELA: Querrás decir que sólo en la semana santa te bañás.

 

ABUELO: Si en la navidad me bañé también.

 

MIRIAM: Y encima María es bien malcriada, le faltó el respeto a la profesora, y la terminaron expulsando por una semana.

 

PATRICIO: Pues, si es que la cipota salió brava igual que vos.

 

MIRIAM: Pues seré brava, pero yo no soy malcriada. Imagínese, doña Moncha, que hasta a Patricio le faltó el respeto.

 

ABUELA: ¿Y que te dijo a vos?

 

PATRICIO: Cabeza hueca, me dijo.

 

ABUELA: Pero eso ni es falta de respeto. Eso es cierto. Saliste igual que tu tata.

 

ABUELO: ¡Y dale conmigo!

 

ABUELA: Y te vua dar más. Orita que lleguemos de vuelta a la casa te vas ir a bañar. No te vas ir juco para el hospital mañana.

 

ABUELO: ¿Y desde que cuando es que vos me mandás a mí? ¿Onde has visto que las viejas mandan a los maridos?

 

MIRIAM: ¿Al hospital? ¿Y eso?

 

ABUELO: Pues que estoy un poco sordo deste oído. Yo creo que se me ha arruinado algún parlantío.

 

ABUELA; No te digo que sos papo vos... ¿Onde has visto quiuno tiene parlantíos?

 

ABUELO: Ya sé que no. Sólo es un decir.

 

ABUELA: Lo que has de tener son como dos volquetadas de tierra. Bien podríamos hacer negocio si las vendiéramos.

 

ABUELO: Y yo me vua bañar cuando quiera. No cuando vos me mandés.

 

ABUELA: Pues desde hoy te irás a dormir con las gallinas, a ver si es que ellas te aguantan el olor a pacuso.

 

ABUELO: ¿Y a vos quién te ha enseñado a rezongar así? ¿Y de donde te sale ese galillo? (A Patricio.) ¿Ves que estas viejas ya no quieren respetarlo a uno?

 

PATRICIO: ¡Uy, hombre!

 

ABUELA: Mirá, vos no te metás. (Al Abuelo.) Ya decile de una vez a qué venimos.

 

PATRICIO: ¿Ajá?

 

ABUELO: Que quiero que me acompañés vos al hospital, que yo con esta sordera ya “nioigo” el zumbido de los carros, no vaya ser que me vuelva a levantar uno.

 

PATRICIO: Pucha, pero es que vua perder otro día de trabajo. ¿No podríamos ir otro día?

 

ABUELO: Uy, no. Si pierdo la cita mañana, me la vuelven a dar hasta que San Pedro baje el dedo.

 

PATRICIO: ¿Cuál dedo, apá?

 

ABUELA: ¡Ave María! Si que sos bruto vos.

 

MIRIAM: Lo mejor es que vayás. Es más importante la salud de don Chendo.

 

PATRICIO: Va pues, hay lo paso sacando mañana a las 5 y media para agarrar el bus.

 

MARÍA: (Entrando a la sala. Trae de regreso la escoba.) Buenas abuelita, buenas abuelito.

 

ABUELO: Buenas...

 

ABUELA: Buenas, mija... ¿Cómo estás, ah? Dicen que no te has portado bien.

 

MARÍA: Un poco...

 

ABUELA: Un día de estos voy a venir a platicar con vos, ¿oíste? ¡Hacele caso a tu mamá!

 

MARÍA: Aja. Ahorita barrí mi cuarto.

 

ABUELA: Eso está bueno. (Al abuelo.) Vámolos pues.

 

ABUELO: ¿Y el cafecito?

 

MIRIAM: Ya va a estar...

 

ABUELA: Ai dejalo para otro día. ¡Vámolos!

 

ABUELO: Vaya pues...  Ai los vemos mañana.

 

MIRIAM: Bueno, que les vaya bien.

 

PATRICIO: Adiós, amá, adiós apá

 

MARÍA: Adiós, abuelito, adiós abuelita.

 

ABUELA: Adiós, mija.

 

ABUELO: Adiós...

 

ABUELA: ¡Vaya, caminá hombre!

 

ABUELO: (Mientras salen.) ¡Ai voy! Despacio que me duele la rabadilla.

 

ABUELA: Sólo sos dolamas, vos...

 

(Patricio y Miriam van hasta la puerta a despedir a los abuelos. María se queda cerca de la hornilla, coloca la escoba y se sirve un vaso con agua. Los padres no se percatan de que ella los está escuchando.)

 

MIRIAM: Bueno, pues, tenés el día de mañana para pensar en lo que te dije.

 

PATRICIO: ¿Y es que estás hablando en serio?

 

MIRIAM: Muy en serio. Si no querés ayudar, te saco tus trapos y te vas de la casa.

 

PATRICIO: En todo caso, vos te llevás los tuyos.

 

MIRIAM: Pues no, yo no voy a andar rodando con mis hijos.

 

PATRICIO: Pues también me dejás a los chinos.

 

MIRIAM: Estás loco si creés que te los voy a dejar.

 

MARÍA: Yo no quiero que se vaya ninguno.

 

MIRIAM: María, no te preocupés, dejame hablar con tu papá.

 

MARÍA: Pero es que ustedes están diciendo que se van a ir.

 

PATRICIO: Sólo tu amá se va a ir, nosotros nos vamos a quedar aquí.

 

MARÍA: Pero yo no quiero que se vaya mi amá.

 

PATRICIO: Bueno... pues, ya vamos a ver.

 

MARÍA: Y tampoco quiero que se vaya usted.

 

LEONCIO: (Entrando. Tras él viene el Director.) Buenas tardes, amá, buenas tardes, apá.

 

MIRIAM: Buenas tardes, mijo.

 

LEONCIO: Apá, lo busca el Director.

 

DIRECTOR: Buenas tardes, don Patricio, buenas tardes, doña Miriam.

 

MIRIAM: Buenas tardes, profesor.

 

PATRICIO: ¿Cómo está? Pase adelante. Siéntese.

 

DIRECTOR: Gracias Don Patricio, en realidad sólo vengo a la carrerita, quiero entregarle el formulario de inscripción para las jornadas de alfabetización.

 

PATRICIO: Ah, sí... como no...

 

DIRECTOR: Aquí vienen también los horarios de clase que usted puede escoger. Sería bueno que no desaprovechara la oportunidad. Además, no le va a costar nada. Todos los materiales se le van a dar gratis.

 

PATRICIO: Ajá... bueno, yo le aviso...

 

DIRECTOR: Si usted quiere se pasa por la escuela, y yo le ayudo a llenarla.

 

PATRICIO: Si puede ser.

 

DIRECTOR: Muy bien... (A María.) ¿Estás triste por la expulsión?

 

MARÍA: No, es que mi apá y mi amá se quieren separar, por culpa de Leoncio y mía.

 

MIRIAM: Nadie dice que es por culpa de ustedes.

 

MARÍA: Sí porque ustedes están peleando porque a nosotros no nos gusta bañarnos.

 

MIRIAM: María, por favor... no molestés al profesor, andate al cuarto.

 

MARÍA: Es que yo no quiero que ninguno de los dos se vaya.

 

MIRIAM: Si, pero eso es algo entre nosotros.

 

LEONCIO: Yo tampoco quiero que ninguno se vaya...

 

PATRICIO: ¡Bueno ya! Háganle caso a su mamá.

 

MIRIAM: Ai perdone, profesor...

 

DIRECTOR: No tenga cuidado, yo sé lo que es eso.

 

LEONCIO: Dígales profe, que no se vaya ninguno.

 

DIRECTOR: Yo...

 

MARÍA: Sí, sí, usted sabe, dígales.

 

MIRIAM: Leoncio y María, por favor...

 

LEONCIO: Yo me voy a bañar todos los días.

 

MARÍA: Yo también, y ya no voy a ser malcriada.

 

DIRECTOR: Bueno, espérense... (A los niños) lo que sí les voy a decir a ustedes dos, es que ustedes no tienen la culpa de nada. Aunque su papá o su mamá se vayan, no va a ser por ustedes. Ningún niño o niña tiene la culpa. En todo caso ya ellos son adultos y saben lo que hacen.

 

PATRICIO: Eso es cierto, y cada uno tiene que hacer lo que le toca. ¿Verdá, profe?

 

DIRECTOR: Bueno... sí, pero habría que ver que es lo que en verdad le toca a cada uno. Y eso conforme el tiempo va pasando y la situación se va poniendo más difícil, va cambiando.

 

PATRICIO: ¿Cómo que va cambiando?

 

DIRECTOR: Mire yo no sé si yo debería meterme.

 

PATRICIO: Pues si ahora ya está metido, desde el momento que se dio cuenta del problema.

 

DIRECTOR: Vea, don Patricio, ahora ya los tiempos no son como antes, para empezar, ahora la vida es más cara, es más difícil encontrar trabajo. Por eso usted ve que ahora las mujeres, como su esposa, tienen que trabajar afuera de la casa para aportar algo de dinero al hogar. ¿Verdad?

 

PATRICIO: Bueno, sí...

 

DIRECTOR: Pues igual, ya nadie puede ver mal que un hombre ayude a hacer las cosas de la casa. Si ella tiene que trabajar para ganar dinero, usted puede ayudar a atender a los niños, hasta barrer y trapear. Los niños también pueden ayudar siempre que eso no haga que descuiden los estudios.

 

PATRICIO: O sea, que usted dice que yo “por güevos” tengo que ayudarle a Miriam.

 

DIRECTOR: No es cuestión de obligación, más bien es para que la casa y los niños prosperen. Se trata de colaboración para todos puedan estar contentos. Para que los niños aprendan y tengan mejores oportunidades en la vida.

 

PATRICIO: O sea que si yo no ayudo, quiere decir que yo soy un mal papá.

 

DIRECTOR: No, yo no digo eso. Yo no soy quien para decir que usted sea un mal padre. Pero le cuento y le confieso que yo también me descuidaba mucho de mis hijos, y eso hizo que mi esposa, y yo estuviéramos a punto de divorciarnos. Por suerte tuvimos a alguien que nos aconsejara a tiempo, y así pudimos sentarnos a platicar y llegar a ponernos de acuerdo en todas las cosas de nuestro matrimonio y de nuestros hijos. Así como Leoncio y María ellos también rendían poco en la escuela y tenían problemas. Y no era culpa de ellos.

 

MARÍA: ¿Y usted cuantos hijos tiene, profe?

 

DIRECTOR: Tenemos cuatro, dos niños y dos niñas.

 

LEONCIO: ¿Y adonde viven?

 

DIRECTOR: Por ahorita están en Gracias, pero Dios mediante que el otro año se van a venir a vivir aquí. En cuanto yo termine de arreglar una casita.

 

MARÍA: ¿Y no le hacen falta?

 

MIRIAM: Bueno, niños, no sean curiosos.

 

DIRECTOR: No se preocupe doña Miriam, no es molestia. Sí, claro que me hacen falta, por eso es que yo me voy todos los fines de semana para estar con mi esposa y con ellos. No conviene que una familia viva separada. Pero para poder vivir juntos y felices es necesario que cada uno haga un compromiso. Ustedes también, hace poquito dijeron que estaban dispuestos a hacer algo, ahora hay que comprometerse a hacerlo.

 

(Con cada texto, los personajes se acercan a proscenio y hacen su compromiso de frente al público.)

 

LEONCIO: Yo me comprometo a bañarme todos los días.

 

MARÍA: Yo me comprometo también a bañarme y a no ser malcriada.

 

DIRECTOR: (A María.) En ese caso, podés volver a clase mañana mismo.

 

MIRIAM: Yo me comprometo a no ser tan enojada, y a prepararte la burrita con cariño.

 

PATRICIO: Y yo... yo me comprometo a ayudar en las cosas de la casa, a levantar a los chinos temprano y meterlos al baño. (Pausa. Se le acerca Miriam y lo ve.) También yo me voy a bañar. (Pausa. Miriam continúa viéndolo.) Todos los días. (Pausa. El Director se le acerca y lo observa.) Está bien, prometo matricularme en la escuela.

 

DIRECTOR: Todos debemos hacer un compromiso con nuestra familia, con nuestra comunidad, con nuestro país, Solo así vamos a superar nuestros problemas, y a vivir mejor.

 

(Los actores se toman de la mano y saludan al público, entra el resto de actores y saludan todos juntos.)

 

FIN

 

 

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